martes, 28 de agosto de 2018

¡Tome riesgos, no hay otra salida!



Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque no sabes cuál es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno.
Eclesiastés 11.6
«Hay sólo un gran riesgo que se debe evitar a toda costa, y es el riesgo de no hacer nada», dijo Denis Waitley. No es común encontrar en la vida personas decididas a arriesgar. Con frecuencia conocemos gente más preocupada por seguir la corriente y rindiéndose ante la adversidad, que hallar personas audaces bregando ante el viento recio y tomando algunos riesgos ante las dificultades.
Sin embargo, aunque no lo admitamos, vivir en este mundo ya es un riesgo. Decía John Maxwell: «La realidad es que todo en la vida tiene sus riesgos. Si usted quiere evitarse los riesgos, entonces no haga nada de lo que apunto a continuación:
·         No conduzca un automóvil. Son la causa del veinte por ciento de los accidentes fatales.
·         No viaje ni por aire, ni por tren, ni por agua. El dieciséis por ciento de todos los accidentes ocurren en esta actividad.
·         No camine por la calle. El quince por ciento de todos los accidentes ocurren allí.
·         No permanezca en su casa. El diecisiete por ciento de todos los accidentes ocurren en la casa.» [1]
Como verá, nos exponemos al peligro casi de una manera cotidiana, y aun así debemos continuar viviendo.
Exactamente no sé en qué punto situacional se encuentra en este momento en la vida. De pronto los vientos huracanados de la adversidad  están golpeando su existencia y exigiendo de usted una decisión riesgosa.  La tensión se ha apoderado de sus nervios y no sabe qué dirección tomar y piensa que lo que quiere hacer es demasiado riesgoso. ¿Cómo hacer ante tal disyuntiva? Usted tiene que elegir entre no hacer nada o arriesgarse por hacer algo diferente y quizás difícil. Amelia Earhart lo creía así, y su consejo cuando se enfrentó a los riesgos fue sencillo y directo: «Decide si lo que quieres lograr es digno de los riesgos que puedes correr. Si la respuesta es positiva, deja de preocuparte». Yo le diría algo más: «Decide si lo que quieres lograr es digno de los riesgos que puedes correr. Si la respuesta es positiva, CONFÍA  EN DIOS y deja de preocuparte».
Esperar las circunstancias cómodas de la vida para tomar decisiones no es una buena estrategia para salir del dilema en que vivimos. Recuerde el principio de Dios ante la incertidumbre y riesgos de la vida: «Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque no sabes cuál es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno». Eclesiastés 11.6.  Charles Swindoll dijo:
No podemos esperar que las condiciones sean perfectas. Tampoco podemos esperar a que las cosas estén libres de riesgos: absolutamente libres, absolutamente seguras. En lugar de protegernos a nosotros mismos, tenemos que libertarnos nosotros mismos. En lugar de acaparar, debemos dar e invertir. En lugar de dejar llevarnos por la corriente, debemos buscar la vida. En lugar de dudar, debemos confiar con valentía.[2]
Observe los siguientes casos y mientras lo hace, colme de inspiración su corazón  y siga sus ejemplos (espero realmente que ello suceda). Son prototipos de personas que ante la adversidad decidieron intrépidamente arriesgarse y confiar en Dios.   
… Una mujer que a pesar de ser abandonada por el marido, tomó la firme decisión de salir adelante y trabajar por sus cuatro hijos.
…La joven que decidió tener el bebé aun cuando la mayoría le sugería a abortar.   
El  hombre que abandona las drogas y le da su corazón a Jesús para luego convertirse en apasionado predicador.  
…La esposa que renuncia a su sueño personal para abrazar el llamado de un esposo que decidió ser pastor.
…La señorita que decidió enfocarse en sus estudios universitarios  y postergar temporalmente una relación amorosa, solo para obtener su grado de bachiller.
…La joven que se toma el valor de confesarle a su padre que lo suyo no es la abogacía, sino la carrera musical.
…Y como esta gente arriesgó, Dios no los abandonó.
¡Haga usted lo mismo! ¡Tome riesgos, no hay otra salida!





[1] John Maxwell.
[2] Charles Swindoll, Sabiduría para el camino (Nashville, Tennessee: Grupo Nelson, 2008), 62.

miércoles, 22 de agosto de 2018

COMO PONERTE A CUENTA CON DIOS

           Ningún creyente está en las posibilidades de no fallarle a Dios. Sin importar cuanta dedicación, posición o tiempo goce en las cosas del Señor, todos los que hemos tenido un encuentro con Dios por medio de Jesús, en algún momento (ya sea de una manera fortuita o intencional), tarde o temprano terminamos cediendo a algún deseo o impulso de nuestra naturaleza caída. Ningún cristiano está exceptuado de esta realidad, como tampoco está exento de volver a la cruz y solicitar el perdón divino.
 Dios no deja a sus hijos caídos sino que extiende su invitación para arreglar cualquier pleito que tengamos con él:
Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueran como la grana  como la nieve serán emblanquecidos; si fueran rojos como el carmesí, vendrán a ser como la blanca lana. Isaías 1.18. 
Aun cuando la invitación fue extendida hace miles de años atrás, todavía tiene vigencia hoy. Por lo tanto, cualquier hijo de Dios que hubiera tenido un traspiés en su caminar con el Señor, tiene derecho a ponerse a cuenta con Dios.
¿Cómo ponernos a cuenta con Dios? Tres cosas básicas para lograrlo:
·         No oculte su pecados
·         Permita que Dios examine su corazón
·         Confiese sus pecados 
1. No oculte su pecado
La Biblia registra la historia de un hombre llamado David. Tenía una ocupación social muy importante en la nación donde él vivía, era el rey. Era dueño de las tierras más ricas del reino pero también era dueño de una ávida lujuria. Dios lo llamó para ser su ungido y fue denominado un hombre conforme al corazón de Dios. Sin embargo, este hombre  cometió una serie de decisiones fuera de lugar.  
No va a la guerra con sus soldados y se queda en el palacio. Usa su tiempo para pasear sobre la terraza del palacio y contemplar a una bella plebeya de nombre Betsabé. Pero no solo la contempla, sino que también la desea. Y no solo la desea, sino que también envía a sus sirvientes por ella. Betsabé es escoltada hasta la misma recamara real, donde yace esperando ansioso el lujurioso monarca hebreo. Entre copas de champagne y el sonido de una suave melodía, el rey da rienda suelta a sus pasiones sensuales. Semanas después, Betsabé comunica a David que ha quedado embarazada. Con una conciencia nublada por el pecado, David actúa inmediatamente tomando decisiones aún más desatinadas. Intenta engañar al esposo de Betsabé y al no conseguirlo lo envía al campo de batalla para ser muerto. Él bebé nace, y el rey no da muestra de arrepentimiento. Al contrario ocultó su pecado.
La falta encubierta en vez de producir tranquilidad, provoca angustia en su interior. La clandestinidad  de su pecado succiona la alegría de sus  días y drenan el vigor de su corazón. Por tal razón escribió diciendo:  
Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedades de verano. Salmos 32. 3-4. 
Lo único que ocasionó David en su vida al ocultar su pecado fue traer angustia a su alma.
Era una opresión horrible, un tormento de conciencia. Día y noche sentía la pesada mano de Dios… Sus noches eran de insomnio. Podía ver su pecado escrito en el techo de su habitación mientras daba vueltas en la cama. Lo veía escrito  en las paredes. Lo veía en el plato cuando trataba de tomar algo de comida. Lo veía en los rostros de sus consejeros. Era un esposo desagraciado, un padre irritable, un pésimo líder, un compositor estéril...[1]
El temporal y superficial placer del pecado dio lugar al punzante dolor que causa todo pecado. La imagen atractiva de la bella Betsabé se desvaneció a consecuencia de la magnitud del pecado que había cometido el monarca hebreo. Cada vez que David miraba a Betsabé, miraba su propia debilidad, su propio pecado.  No había día que no viera en el rostro de Betsabé, el rostro del esposo traicionado y asesinado. Especialmente, no podría mirarla sin sentir la mirada de Dios sobre sí mismo.   
Cuando David ocultó su mala conducta dio lugar al dolor. El pecado no confesado es semejante a la dolencia que produce una daga incrustada en el cuerpo. 
Un hombre sufría de intensos dolores de cabeza y había intentado todo tipo de tratamiento con el fin de encontrar alivio. Finalmente una radiografía reveló la causa de sus intensos dolores. El tipo tenía incrustado en su cráneo la hoja oxidada de un cuchillo. Durante un ataque para robarle, el hombre había sufrido laceraciones en el costado derecho de la mandíbula y no sabía que la hoja del cuchillo se le había roto dentro de la cabeza. La razón de sus dolores intensos se debía al objeto extraño incrustado en su cuerpo.
¿Qué objetos extraños se han incrustado (no en su cuerpo) sino en su alma y le causan dolor? ¿Qué revelarían una radiografía del interior de su alma? ¿Culpabilidad por un acto cometido? ¿Vergüenza por un pasado oscuro y escandaloso? ¿Remordimiento? ¿Un hábito pecaminoso al que no pude renunciar?  ¿Qué tipo de sentimiento supura bajo la superficie de su alma produciendo enojo, irritabilidad, malhumor, resentimiento, odio o pena? 

2. Permita que Dios examine su corazón
No intente ocultarlo, solicite una resonancia espiritual. Solicite lo que David le demandó a Dios en el Salmos 139 cuando dijo:
Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno. Salmos 139.23, 24.
La palabra examíname indica la idea de explorar y escarbar. David está pidiéndole a Dios que analice profundamente su interior y que le muestre si hay algo que le está causando dolor. No le está pidiendo a Dios que descubra un pecado oculto que Dios no sepa (pues él lo sabe todo), sino para que David mismo sepa que Dios lo ha descubierto. Cuando usted permite que Dios examine su corazón, está haciendo lo que hace cuando un dolor constantemente le molesta: usted va al médico para saber la razón de sus dolores. En este caso usted se somete al bisturí del Médico Divino para una operación exploratoria. A medida que Dios traiga a su mente su conducta pecaminosa, comience a pedirle perdón a Dios permitiendo que aplique su perdón y su gracia.

 3. Confiese sus pecados a Dios
No sé qué ideas  tiene sobre la confesión. Pero le diré  primeramente lo que no es:
·         No es decirle a Dios lo que él no sabe, pues él lo sabe todo.
·         No es quejarse. No es lamentarse.
·         No es culpar.
Es  mucho más que ello.
 El término confesar, significa decir lo mismo que Dios dice acerca del pecado y reconocer el punto de vista divino en relación con el pecado.[2] 
·         Es depender absolutamente de la gracia de Dios.
·         Es reconocer que lo hicimos estuvo mal, pero que la gracia y la bondad de Dios es más grande que nuestro pecado.  
Implica una actitud de humildad donde reconocemos que debido a la miseria espiritual de nuestros corazones solo dependemos de la bondad divina para nuestra sobrevivencia. Cuando este tipo de actitud la experimentamos entonces estamos en la capacidad de expresarnos como lo hizo  el hijo pródigo cuando dijo:
«Padre, he pecado contra el cielo y cintra ti. Ya no soy digno de de ser llamado tu hijo» Lucas 15. 18-19.
O al igual que el publicano que dijo:
«Dios, sé propició a mí, pecador». Lucas 18.13
O como finalmente lo hizo el monarca David. Luego de un año de encubrimiento y negación David confesó su pecado. Hizo ondear la bandera blanca y dejó de discutir con el cielo y se sinceró con Dios. Sus palabras han quedado enmarcadas en el salmos 51 donde dijo:
Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
Lávame más y más de mí maldad, y límpiame de mi pecado.
Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí.
Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que seas reconocido justo en tu palabra y tenido por puro en tu juicio. Salmos 51.1-4.

PALABRAS FINALES
 Permítame concluir esbozando tres  verdades útiles:   
1. Nos engañamos a nosotros mismos si aparentamos no haber cometido pecado.  «Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros». 1 Juan 1.8-9.  No nos complicamos en reconocer que los pecadores aun no arrepentidos necesitan confesar sus pecados para acceder al perdón divino; sin embargo, es más espinoso para el creyente admitir que necesita confesar sus pecados. Damos por sentado que si una persona nunca admite que en realidad es un pecador, la salvación tampoco puede ser una realidad en su vida;  pero «…la confesión continua del pecado es una indicación de salvación genuina. . . y caracteriza a los cristianos genuinos. . .»[3] Sin importar cuan larga o corta sea nuestra caminata con el Señor, fortuita o deliberadamente terminamos resbalándonos en nuestros pecados y necesitados del perdón divino una y otra vez.  No hay día que no tengamos la necesidad de subir a la colina del Gólgota y colgarnos de la cruz lamentando nuestra miseria espiritual.
Charles Swindoll, hace una representación de nuestra relación con Dios y nuestro prójimo por medio de la figura de la cruz. La cruz tiene dos vigas, la más grande representa nuestra relación con Dios, es la viga vertical. La viga horizontal, representa nuestras relaciones con las personas. Al referirse a la viga vertical dice
…A lo largo de nuestra vida trepamos esa viga cargando el peso de nuestro pecado. No somos perfectos, y todavía estamos creciendo en madurez, lo cual significa que todavía pecamos. Así que trepamos esa viga y decimos: «Señor, yo mismo me he metido en este lío, y te lo confieso. Me equivoqué y lo lamento, volví a fallar y traigo esto ante ti».
El Señor nunca responde: «¡Qué vergüenza! ¡Bájate y de mi vista. Haz penitencia durante las próximas tres semanas». …Él dice: «A medida que vayas bajando lentamente, vete limpio, tranquilo y perdonado». Así que bajamos, contentos de haber sido perdonados…solo para volver a pecar otra vez. Entonces estamos otra vez subiendo esa viga. Por consiguiente, la vida cristiana puede sentirse como un yoyó. Sube y baja, sube y baja. A medida que envejecemos y aprendemos nuestras lecciones, subimos esa viga con mucho menos frecuencia, pero nunca [nunca, nunca, nunca…] llegamos al punto de nunca necesitar buscar el perdón de Dios. …[Para fortuna nuestra], su perdón nunca se agota.[4]

2. Dios ofrece continuamente perdón y limpieza de pecados a expensas de nuestra confesión. Recuerde: «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad». 1 Juan 1.9.
3.La indulgencia divina provee una conciencia pacífica. Nuestra conciencia puede que sea invisible pero ciertamente no está inactiva. ¿A quién no lo mantienen despierto los ruegos, los reclamos, las acusaciones de la conciencia?  Una conciencia acusadora nos puede quitar el apetito, robarnos el sueño y mantenernos distraídos. También nos puede hacer sentir culpables. Nada más aliviador que reclinar nuestras cabezas sobre la almohada de una conciencia limpia, desempolvada de telarañas de pecados y culpas del pasado. 
Una conciencia pacífica viene como resultado de haber explorado nuestros corazones y haber confesado nuestros pecados y obtenido la indulgencia de Dios. 
Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada y ha sido cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien el Señor No atribuye iniquidad, Y en cuyo espíritu no hay engaño……Salmos 32.1, 2






[1] Charles Swindoll, David: un hombre de pasión y destino (El Paso Texas, EE.UU.: Editorial Mundo Hispano, 2010), 218,219.
[2] Ibid.
[3] John MacArthur, Biblia de estudio MacArthur (Nashville, Tennessee: Grupo Nelson, 2012), 1819.
[4] Charles Swindoll, Abraham, la increíble jornada de fe de un nómada (Carol Stream, Illinois: Tyndale House Publisher, Inc., 2015), 202. 

¿Porque Dios Hizo Esperar tanto Tiempo la Redención del Hombre?


¿No hubiera sido un acto de mayor misericordia por parte de Dios redimir al hombre inmediatamente luego de su caída?
Según A. Strong, en su póstuma obra Teología Sistemática,   hay dos razones para tal cuestión: 
1.  Mostrar la verdadera malicia de pecado  y la profunda depravación que la caída del original ocasionó en la naturaleza humana.
2.  Mostrar la incapacidad del ser humano de preservar y alcanzar por sí mismo, un correcto conocimiento de Dios y un comportamiento moralmente correcto. [1]   

        Quizás no hubiéramos conocido la extensión de la misericordia divina, si Dios hubiera actuado inmediatamente  para con nuestros padres luego de la caída.  Pablo lo dijo en su carta a los Romanos: «…más cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia.» Ro. 5.20.










[1] A. Strong, en Francisco Lacueva, La persona y la obra de Jesucristo (Viladecavalls, Barcelona: Editorial CLIE, 2013), 28.

Predicador, No Manipule la fe de los oyentes


      Se ha vuelto muy común dentro del ámbito cristiano escuchar a ciertos predicadores a lanzar una pseudoprofecía usando la célebre expresión:  Dice el Señor. Actuaciones como esas solo logran manipular la fe de una audiencia ávida por escuchar  vaticinaciones divinas y novedosas en la boca de disertadores que sin reparo alguno, alucinan o suponen que Dios les está entregando una palabra de predicción. ¿Cómo actuar ante vaticinadores que hablan en nombre de Dios en estos tiempos?
    
  Permítame darle cuatro observaciones a manera de sugerencias al respecto: 
1. Debemos tener sumo cuidado al momento de predicar u orar y emplear la expresión: "Dice el Señor", cuando en realidad el Señor no está particularmente diciéndonos nada. Usar el nombre del Señor en situaciones como estás, es falta de integridad por parte de los ministros y tiende a crear una manipulación en la fe de las personas que nos escuchan. "La verdad de Dios es verdad de Dios, y no nuestra. Nuestra tarea como voceros, está en servir a esa verdad no en poseerla completamente y mucho menos en dominarla y manipularla".
2. Es fácil caer en la trampa de pensar que las personas son perfectas, especialmente cuando esas personas son grandes celebridades. Los pastores y predicadores (entre los cuales me incluyo yo también), somos hombres comunes y corrientes que tarde o temprano erramos en nuestras acciones o palabras. A raíz de la imperfección humana, debemos evitar caer en el cinismo de defender la supuesta infabilidad de los predicadores. Al contrario, debemos promover una observación inteligente, objetiva y saludable; de respeto sí, pero sin caer en la idolatría.
3. Cuando se trata de buscar la Verdad, búsquela primeramente en las Escrituras, la Biblia nunca le engañará, ni la decepcionará. No busque la verdad en ningún hombre por más títulos teológicos o dones que ostente poseer. La Escritura es infalible, su predicador favorito no lo es.
4. Por último, "No creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus, si son de Dios... ". 1Jn 4.1




martes, 21 de agosto de 2018

EL LÍDER ES UNA ANTORCHA QUE ILUMINA EL CAMINO DE OTROS


Un punto crucial que los líderes deben considerar es si vivirán para ellos mismos o vivirán para ayudar otros. Alguien dijo: "Si no somos como una vela que se consume dando luz, estaremos viviendo en vano". El liderazgo no se trata de usted, se trata de los demás. No se trata de acercarnos a las personas para aprovecharnos de ellas, sino de acercarse para amarlas, ayudarlas en su dolor, para darles esperanza allí donde ellas solo ven dudas y temores.
Si usted es líder debe saber que será tentado a mirar a las personas desde tres ángulos distintos: 1) Verás en las personas una oportunidad para aprovecharte de ellas. 2) Verás en las personas un problema a evitar o 3) verás en las personas una oportunidad para amarlas.
Cuando las personas se acercaron a Jesús, él vio en ellas la oportunidad de amarlas y servirlas. «Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como "ovejas sin pastor». Mateo 9.36
Para Jesús, las personas no eran escalones para el éxito, que podrían ser pisadas. Las personas eran los receptores de su corazón de siervo. Su trabajo o ministerio no era una carrera para obtener sus propios intereses. Por el contrario, su trabajo era servir a los demás en beneficio de ellos.
¿Qué oportunidad ve usted como líder cuando las personas se le acercan? ¿Los mira con los mismos ojos que los ve Jesús?

lunes, 20 de agosto de 2018

SERÉ RECOMPENSADO POR SERVIR

La Biblia hace mención sobre la recompensa por nuestro servicio.

  •  He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he aquí que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro. Isaías 40.10 (RV-1960) 
  • Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos… Mateo 5.12 (RV-1960)
  • Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa. Marcos 9.41 (RV-1960)
  • Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. 1 Corintios 3.8 (RV-1960)
  • Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. Colosenses 3.24 (RV-1960)
  • He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. Apocalipsis 22.12 (RV-1960)


Nuestro servicio A Dios y la iglesia tienen su recompensa. Habrá un día de recompensa, de paga, de galardón por nuestras buenas acciones acá en la tierra mientras servíamos a Dios y a las personas. El Señor viene pronto y no viene con las manos vacías. Viene con recompensas. Recompensará hasta por la manera agradable de entregar un vaso de agua. Premios por haber contribuido en la propagación del evangelio. Nuestras obras serán recompensadas. Todo lo que hacemos acá en la tierra, cuenta arriba en el cielo. Como dijera Máximo Décimo Meridio: «Lo que hacemos en la vida tiene su eco en la eternidad.»
«El día en que Cristo venga será un día de recompensa. Los que eran desconocidos en la tierra, serán conocidos en el cielo. Los que jamás oyeron los aplausos de los hombres, oirán los aplausos de los ángeles. Los que no tuvieron la bendición de un padre, oirán la bendición de su Padre celestial. Lo pequeño será grande. Lo olvidado será recordado» (Max Lucado)
Dios no pasará por alto tu servicio. Cada trabajo que hiciste por su obra tendrá una recompensa.
En cierta ocasión un acaudalado hombre, le pidió al mejor artista de su país que le hiciera un retrato. Aunque era un rico financiero, este hombre posó ante el artista con la indumentaria de un mendigo. Durante una de las sesiones entró en el estudio un amigo del artista. Pensando que realmente el hombre a quien retrataba era un mendigo, el amigo del artista echó una moneda en el jarro que sostenía el aparente mendigo. Diez años después, el amigo del artista recibió una carta y un cheque por 10,000 francos por parte del hombre acaudalado. El mensaje decía: «Un día en el estudio de nuestro pintor más famoso, usted sin saber, le dio una moneda al hombre más acaudalado de esta nación. Él la invirtió y le está enviando el capital que usted le confió, junto con los intereses que ha ganado. Una buena acción trae siempre buena suerte»
Lo que este hombre acaudalado hizo por el amigo del artista, es lo que el Señor Jesús hará con usted por cada acción que hace acá en la tierra. Tu servicio y tus acciones buenas tal vez no te traerán mucha suerte acá en la tierra, pero atraerán los ojos de Dios y harán eco en la eternidad. No habrá ninguna acción de servicio que Dios pase por alto. Todo tendrá su recompensa.





SOY ÚTIL EN MI IGLESIA CUANDO ME DISPONGO A SERVIR


SOY ÚTIL EN MI IGLESIA CUANDO ME DISPONGO A SERVIR

Usted no se imagina el valor que le aporta a la iglesia cuando se dispone a servir. En el mundo competitivo de los negocios el servicio se ha tornado en la clave para alcanzar el éxito. Muchas empresas están capacitando a su personal en técnicas de servicio. Pero para la iglesia servir a las personas no es una técnica empresarial, es su esencia. Es su distinción.
Una de las razones por la que el ministerio de Jesús tuvo éxito es porque siempre estuvo dispuesto a servir a las personas.  Jesús fue consciente del propósito que le traía acá a la tierra. Una vez más veamos sus palabras: «Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. Marcos 10:45.»
En otro pasaje bíblico se lee:
El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor. Lucas 4.18, 19
Con una vida dedicada al servicio, era de esperarse que las multitudes estuvieran dispuestas a escucharle y seguirle. Las personas se aglomeraban ante él porque siempre estuvo dispuesto a servirles. Las alimentaba, sanaba, las hacía un milagro, las enseñaba. Eso hizo atractivo el ministerio de Jesús y creo que sigue siendo uno de los atractivos esenciales de la iglesia en estos tiempos.
En un pueblo había una madre soltera con un bebe frágil. Su vecina la visitaba a menudo y cuidaba el niño para que ella pudiera ir de compras. Después de algunas semanas su vecina compartió algo más que su tiempo. Compartió su fe, le habló de Cristo y aquella madre terminó entregando su vida a Cristo. Días después cuando las amistades de la madre se enteraron de lo que había dicho le preguntaron en forma de protesta: ¿sabes en que te has metido? ¿Sabes lo que enseñan esas personas? La madre soltera respondió: No sé lo que enseñan, ni se quiénes son, pero lo único que sé es que cuidaron de mi bebé. Me sirvieron.
¿No es eso lo que espera Dios de sus hijos? ¿No es esa la clase de respuesta que alegra el corazón de nuestro Señor?
Tal vez su conocimiento bíblico y doctrinal no atraiga a la gente, pero no hay duda que una vida de servicio sí lo hará. Sea servicial. Involúcrese en el ministerio de su iglesia. Sirva a las personas, pues el servicio es útil y atractivo.



SOY LLAMADO A SERVIR


SOY LLAMADO A SERVIR

Cuando fuiste llamado a la salvación también fuiste llamado a servir. Las dos cosas vienen juntas. ¿Qué sentido tiene que hayamos sido salvos del pecado? Ser salvos para simplemente ir de reunión en reunión y acumular nuestra mente de conocimiento doctrinal y religioso, no tiene sentido o valor al menos que nos dispongamos a servir. 
Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. Juan 13:13-15
Jesús no ordenó a sus discípulos que diseñaran una clase sobre servicio. No les dijo que discutieran sobre el servicio.  Le dijo que practicaran el servicio. El servicio, no se predica, se ejemplifica se demuestra).  Rick Warren escribió: «lo último que muchos creyentes necesitan es otro estudio bíblico más. Ya saben más de lo que ponen en práctica. Lo que necesitan son experiencias sirviendo…».
Uno de los propósitos de Dios en nuestra vida es transformarnos a la imagen de Jesucristo, su Hijo. 
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Romanos 8. 28-29
Dios está dedicado a un objetivo principal en las vidas de cada creyente: conformarnos a “la imagen de su Hijo. ¿Qué es “la imagen de su Hijo”? la simple respuesta se halla en las propias palabras de Cristo: «Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. Marcos 10:45.»
Esta es simplemente una declaración sin rodeos. El vino a servir y a dar. Tiene sentido, entonces, decir que Dios desea lo mismo de nosotros. Luego de darse el trabajo de rescatarnos del pecado, Dios se propone la tarea de desarrollar en nosotros la misma cualidad que distinguió a Jesús en su ministerio terrenal. Dios desea formar en nosotros una actitud elevada de servicio para con los demás. Por lo tanto, si usted no está sirviendo en la iglesia, debería preguntarse ¿Qué hago acá? ¿Qué razón tiene que Dios me haya salvado y dado vida eterna? Otra pregunta valida sería: ¿Me parezco cada día más a la imagen del Hijo de Dios? Un creyente que no acepta el llamado a servir es una contradicción del evangelio y una imagen sarcástica de Cristo. O como alguien dijera: un cristiano que no sirve, no sirve.




FUI FORMADO PARA SERVIR


FUI FORMADO PARA SERVIR

Somos el resultado de una obra magníficamente pensada. Nada absolutamente de lo que poseamos física e internamente es casual. Dios diseñó cada parte de nuestro aspecto interno y externo. La Biblia dice:
Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi Madre. Salmos 139.16.
Porque somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las Cuales Dios preparó de antemano Para Que anduviésemos en ellas. Efesios 2.10
Mientras estábamos en el vientre de nuestra madre Dios iba formándonos y moldeándonos para el ministerio. Tal vez te preguntes ¿Por qué tengo este tipo de habilidades, o porque poseo este tipo de temperamento? La respuesta está en el servicio. Dios te formó para que seas un ministro de su gracia, en otras palabras fuiste creado y moldeado como eres para que sirvas a Dios y a las personas. 
¿De qué manera Dios me forma para el servicio?
Por medio de Mis Dones

Mis dones pueden ser naturales, adquiridos y espirituales. Y todos son válidos para ser usado en el servicio de Dios y de los demás. Todos fuimos dotados por parte Dios con dones. Aunque no todos tengamos los mismos dones, sin embargo el dador de los dones es el mismo y cada don fue dado con un mismo propósito: para edificación y provecho de su iglesia. Pablo confirma esta verdad y escribe diciendo: Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. 1 Corintios 12.4-7
Por medio de Mis Pasiones
Dio también nos forma para el servicio por medio de las cosas que nos apasionan. Se dice que desde el punto de vista fisiológico, el corazón de cada persona late de una manera única. Ligeramente el corazón de cada persona late de una manera diferente. ¿No será por eso que ciertas actividades, asuntos, experiencias, nos gustan o nos interesen más que otras? Pienso que Dios puso un latido muy especial en mi corazón por la literatura. Me han fascinado los libros desde que aprendí a leer. Para mi leer es una experiencia celestial, para otras personas es estar en el mismo infierno (es un martirio). Pero no las culpo, pues he entendido que Dios nos ha creado con pasiones diferentes.  ¿Cuál es tu pasión? ¿Porque cosas te interesas más? ¿Por qué asuntos tu corazón late apasionadamente? Por los desprotegidos y desamparados (tal vez tengas el ministerio de misericordia, involúcrate en trabajo de asistencia social). Te apasionan las fotografías, el diseño, la costura, la reparación, los negocios. Descubre lo que hace latir a tu corazón y luego inserta esa pasión en un ministerio y comienza a servir.
Por medio de Mi Personalidad
Dios te dotó de una determinada personalidad. No hay una personalidad o temperamento estándar para el ministerio. Dios usa todo tipo de temperamento. Pablo era colérico y Jeremías era melancólico. Dios los usó a los dos en el ministerio. Pedro era de carácter extrovertido, mientras que Juan era más contemplativo. Uno más práctico el otro más pensador y teólogo. A los dos los llamó el Señor para el ministerio. ¿Qué te hace pensar que Dios no te creado para estar involucrado el servicio o ministerio?   El tipo de personalidad que Dios ha formado en ti es lo que precisamente Dios necesita para la edificación de su iglesia. Si usted es extrovertido y le encanta estar rodeado de gente, es posible que encaje en un ministerio de evangelismo masivo. Pero si es introvertido, su efectividad en el ministerio estará posiblemente el evangelismo personal.
Por medio de Mis Experiencias
Entre las experiencias que Dios desea que uses para servirle se encuentran: tus experiencias educativas, vocacionales, espirituales y dolorosas. Todas ellas son parte de tu ser y útiles para servir a Dios y a la iglesia.
DOS ADVERTENCIAS UTILES:
1. No rehúses servir a Dios de la manera que él te ha creado. Dios sabe porque te ha formado tal como eres. No reniegues, no le reclames por la forma como te diseñó. Considera que el barro no puede increparle nada al alfarero.
Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? Romanos 9.20-21
2. Sirve siendo tú mismo, no lo que otros son. Dios no te ayudará a ser alguien que Él nunca quiso que fueras.