Se dice que en una batalla que dirigía
el Duque de Wellington, una parte de su ejército estaba cediendo ante el
enemigo, cuando de pronto un soldado vio al Duque entre sus propios
combatientes, y el soldado gritó con voz estentórea y jubilosa: “¡Aquí está el
Duque! ¡Dios lo bendiga!” Y el mismo soldado, dirigiendo la palabra a uno de
sus compañeros, le gritó a éste: “¡Más me gusta ver la cara del Duque, que a
toda una brigada!” Los demás soldados, al oír todo esto, volvieron sus rostros
hacia el lugar donde estaba el Duque. Al verlo se reanimaron,
recobraron la serenidad y el valor, y decían: “¡El que nunca ha sido derrotado
ni lo será está con nosotros!”. La presencia
misma de aquel general con sus soldados disipó los temores y llenó de valor sus
pávidos corazones, y pronto derrotaron al enemigo.
La historia de la Navidad nos hacer recordar
que Jesús cruzó la inmensidad espacial y dejó su trono para estar con nosotros. Desde el tiempo en que los
profetas anunciaron el nacimiento de nuestro Señor, podemos observar la bondadosa
intención de Dios para con los hombres: «He aquí, una virgen concebirá y dará a
luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros»
Mateo 1.23. Emanuel
es una palabra compuesta de dos voces hebreas: Immanu (con nosotros) y Él (de
Elohim, Dios). En su amorosa intención de estar con nosotros, Dios se encarnó en
la persona de Jesús e hizo su morada entre nosotros: «Y aquel Verbo fue hecho carne,
y habitó entre nosotros… »
Dios
con nosotros. Que afirmación tan
maravillosa y profunda a la misma vez. Dios con nosotros no solo en el templo,
sino también en casa. No solo durante nuestras expresiones religiosas durante el
culto, sino Dios con nosotros en nuestras
actividades cotidianas. Dios con nosotros
en la oficina, en el campo, en la escuela,
en la cocina, en el comedor, en la sala de operaciones, y en cualquier lugar
donde estemos. No estamos solos en este mundo. Muchos en algún momento nos abandonarán, pero él no lo hará. Prometió estar con nosotros
siempre: «…y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo» Mateo 28:20.
Alguien o algunos estarán ausentes para usted
en esta navidad, pero no Dios.
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