lunes, 3 de diciembre de 2018

EL ALIMENTO DEL ALMA



Los afanes de la vida suelen despertarnos por las mañanas e impulsar nuestras acciones hacia aquellas actividades que cubren nuestras necesidades externas. Vamos de un lugar a otro, cumplimos tareas laborales, atendemos el negocio, hacemos llamadas, un poco de deporte para mantener la línea, etc.  En esa alocada y subyugada carrera cotidiana de actividades, olvidamos casi siempre alimentar nuestro ser interior el cual desdichadamente termina enclenque y sin fortaleza para enfrentar las fuertes tensiones de la vida.

Una mujer sintiéndose sola fue y compró un loro en una tienda local de mascotas. Se llevó al loro a casa, pero después de un par de días, regresó a la tienda para presentar su queja. «¡Ese loro hasta ahora no ha dicho una sola palabra!»
<<¿Tiene un espejo?» preguntó el dueño de la tienda de mascotas. <<A los loros les gusta mirarse al espejo». Así que la dama compró un espejo y luego regresó a casa.
Al día siguiente, regresó a la tienda porque el loro aún no había dicho nada.
<<¿Qué tal una escalera?» preguntó el dueño de la tienda. <<A los loros les encanta subir y bajar las escaleras». Así que compró una escalera y regresó a casa.
Al día siguiente regresó a la tienda. El loro aún no había dicho nada.
<<¿Tiene el loro un columpio?» preguntó el dueño. <<A los loros les encanta relajarse en el columpio». Compró un columpio y regresó a casa.
Al día siguiente regresó a la tienda para decirle al dueño de la tienda de mascotas que el loro se había muerto.
«Lamento muchísimo oír eso», dijo el dueño de la tienda. <<¿Dijo el loro algo antes de morir?»
«SÍ», contestó la dama. «Dijo: '¿No venden comida por allí?'»
La lección de la historia: Nosotros compramos espejos para que nos veamos bien, escaleras para tratar de escalar más alto, y columpios para buscar placer, pero nos descuidamos de nuestras propias almas.[1]

Cuando desatendemos la crucial tarea de alimentar nuestros corazones, viejos y malos hábitos comienzan a cobrar poder. Intereses mundanales que estaban dormitados comienzan a revivir y tarde o temprano sin darnos cuenta, nuestra vida espiritual termina convertida en un páramo deslucido carente de vida y de pasión por las cosas de Dios.
   Jesús enfatizó que la vida de las personas incluye el alimento espiritual de la Palabra de Dios.  Él  dijo: «No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» Mateo 4.4. En otra oportunidad también señaló que: «…el afán y las riquezas de este siglo ahogan la palabra, y se hace infructuosa» Mateo 13.22.
Solo hay un alimento que fortifica el alma, y es la Palabra de Dios. Cualquier cosa que usemos para reemplazar este alimento, solo descalcificará y hará menguar nuestro espíritu.
Por favor, haga el compromiso de  no terminar el día,  sin haber alimentado su alma con la palabra de Dios. Haga este compromiso todos los días y luego vea los resultados.




[1] Historia de Ernest Campbell en el libro de John C. Maxwell, Lo que marca la diferencia (Nashville, TN: Grupo Nelson, 2007), 28,29.

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