jueves, 29 de noviembre de 2018

TRES EXPERIENCIAS DEL NUEVO NACIMIENTO (Parte II)



 Tara y Todd tenían una hija de trece años cuyo nombre era Taylor. En la primavera del 2010 un accidente de esquí terminó con la vida de su dulce niña. Jamás Tara y Todd se imaginaron pasar por la horrible pesadilla de enterrar a su hija. Ellos decidieron donar los órganos de su hija a pacientes que los requerían. Ninguna niña necesitaba con urgencia un corazón como Patricia Winters, a quien el corazón había comenzado a fallarle unos años antes, dejándola demasiado débil como para hacer mucho más que dormir. El corazón de Taylor le brindó a Patricia un nuevo comienzo de vida.
Un día Tara y Todd decidieron escuchar el corazón de su hija, así que tomaron un avión desde Dallas a Phoneis y fueron a casa de Patricia con el solo propósito de escuchar el palpitar del corazón de su finada hija. Patricia ofreció un estetoscopio a Tara y a Todd. Cuando escucharon el ritmo vigoroso se emocionaron hasta las lágrimas, pues estaban escuchando el palpitar del corazón de su hija aun cuando aquel corazón estaba en un cuerpo diferente.  
La experiencia del Nuevo Nacimiento es algo muy similar a una operación quirúrgica. «Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.  Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra» (Ezequiel 36.26-27 RV60). Dios como cirujano cardiólogo nos abre el pecho y retira el corazón pecaminoso cargado de orgullo, dolor, vanidad, lujuria y lo reemplaza por el corazón puro de su Hijo Jesús. Cada vez que Dios escucha los corazones de quienes han experimentado el Nuevo Nacimiento, escucha el palpitar del corazón de su Hijo. El apóstol Pablo expresó esta idea cuando dijo: «…Ya no vivo yo, más vive Cristo en mi…» (Gálatas 2.20).
    


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