jueves, 1 de noviembre de 2018

COMO TRIUNFAR SOBRE LA TENTACIÓN (Parte 3)


Llegamos al ultimo devocional de la serie Como Triunfar Sobre la Tentación. Hoy veremos dos estrategias más. 

Identifica tus debilidades y cúbrelas con el poder de Dios

El apóstol Pablo escribió: «...Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo» 2 Corintios 12:9. 
La única manera de poder estar en condiciones de recibir la fortaleza del Señor, ser cuando estemos en condiciones de admitir nuestra debilidad, cuando seamos conscientes de que no tenemos las fuerzas ni somos lo suficientemente competentes. Solo así estaremos dispuestos a gloriarnos de nuestra debilidad y en el poder de Dios. Somos humanamente tan frágiles que sin importar los años que hayamos pasado construyendo una alta reputación en nuestra vida, cuando descuidamos el alma nos exponemos a que en tan breves momentos todo lo construido en tantos años, se venga cuesta abajo y quede sepultado bajo los escombros de una reputación hecha añicos.
Aquiles era uno de los guerreros más famoso de la mitología griega. Él podía conquistar cualquier cosa. Aquiles debía sus conquistas a su madre. Cuando nació, ella intentó hacerlo inmortal sumergiéndolo en el agua del rio Estigia, ya que cualquier cosa que tocaba el rio se hacía invulnerable. Ese era el secreto del éxito de Aquiles. Aquiles también tenía debilidades secretas. El talón con el cual su madre lo sostuvo mientras lo zambullía en el agua se mantuvo seco y como resultado no tenía protección, era su punto débil. Al final murió como resultado de una flecha enemiga que le dio en la parte trasera de su pie. Abrió una herida que no sanaba y que al fin lo mató. El talón de Aquiles fue su perdición.
Todos tenemos un talón de Aquiles. Es crucial identificarlo  para cuidarnos de ese puto vulnerable y traidor. Todos luchamos con uno o dos pecados del corazón que son distintivos de nuestro diseño. Aunque somos teóricamente vulnerables a todos los pecados, casi siempre existe un pecado del corazón que siempre nos asedia. Lo más paradójico es que Satanás conoce nuestras flaquezas y no hará tregua alguna hasta provocar nuestra caída.

Tome sabias precauciones
Si vamos hacerle frente a las tentaciones tenemos que tomar acciones preventivas.  Enfrentar con pasividad la tentación, hará que nos sometamos a sus sutiles seducciones.  El apóstol Pedro nos legó un  gran recordatorio cuyo contenido nos estimula a tener una actitud vigilante  ante el acecho de Satanás: «Sed sobrios y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda buscando a quien  devorar» (1Pedro 5.8).
Una manera de estar alertas a las insinuaciones sutiles de Satanás es tomando precauciones con respecto a las situaciones a las que somos vulnerables. Ello significa que si usted es vulnerable al alcohol, hará lo posible por  no merodear los bares de la ciudad. Significa que evitará navegar por páginas de internet cuyo contenido pornográfico despierte el voraz apetito de su lujuria. Significa que no estarás a solas  y menos en lugares oscuros con el novio o la novia con quien pretendes casarte y así guardar el sexo para la luna de miel. Significa que cortarás drásticamente el contacto con esa segunda persona con el fin de no caer en la infidelidad. Significa que cualquiera que fuere su debilidad, usted buscará  la forma de mantener la distancia entre su fragilidad  y el fracaso.
¿Qué hacer si hemos caído en alguna sutil tentación?
Debemos ser restaurados. «Hermano, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado» (Gálatas 6.1).
Conscientes de nuestras debilidades y pecados debemos apelar al perdón divino. «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel  y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad» (1Juan 1.9).

Oración
“Quita de nosotros esas acusaciones que el enemigo nos hace para avergonzarnos y para arrastrarnos bajo la carga del fracaso…por tu gracia, tu no solo nos perdonas, sino que también nos purificas.”


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