Llegamos al ultimo devocional de la serie Como Triunfar Sobre la Tentación. Hoy veremos dos estrategias más.
Identifica tus
debilidades y cúbrelas con el poder de Dios
El apóstol Pablo escribió: «...Bástate
mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena
gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder
de Cristo» 2 Corintios 12:9.
La única manera de poder estar en
condiciones de recibir la fortaleza del Señor, ser cuando estemos en
condiciones de admitir nuestra debilidad, cuando seamos conscientes de que no
tenemos las fuerzas ni somos lo suficientemente competentes. Solo así estaremos
dispuestos a gloriarnos de nuestra debilidad y en el poder de Dios. Somos
humanamente tan frágiles que sin importar los años que hayamos pasado
construyendo una alta reputación en nuestra vida, cuando descuidamos el alma
nos exponemos a que en tan breves momentos todo lo construido en tantos años,
se venga cuesta abajo y quede sepultado bajo los escombros de una reputación
hecha añicos.
Aquiles
era uno de los guerreros más famoso de la mitología griega. Él podía conquistar
cualquier cosa. Aquiles debía sus conquistas a su madre. Cuando nació, ella
intentó hacerlo inmortal sumergiéndolo en el agua del rio Estigia, ya que
cualquier cosa que tocaba el rio se hacía invulnerable. Ese era el secreto del
éxito de Aquiles. Aquiles también tenía debilidades secretas. El talón con
el cual su madre lo sostuvo mientras lo zambullía en el agua se mantuvo seco y
como resultado no tenía protección, era su punto débil. Al final murió como
resultado de una flecha enemiga que le dio en la parte trasera de su pie. Abrió
una herida que no sanaba y que al fin lo mató. El talón de Aquiles fue su
perdición.
Todos
tenemos un talón de Aquiles. Es crucial identificarlo para cuidarnos de ese puto vulnerable y
traidor. Todos luchamos con uno o dos pecados del corazón que son distintivos
de nuestro diseño. Aunque somos teóricamente vulnerables a todos los pecados,
casi siempre existe un pecado del corazón que siempre nos asedia. Lo más
paradójico es que Satanás conoce nuestras flaquezas y no hará tregua alguna
hasta provocar nuestra caída.
Tome sabias
precauciones
Si
vamos hacerle frente a las tentaciones tenemos que tomar acciones
preventivas. Enfrentar con pasividad la
tentación, hará que nos sometamos a sus sutiles seducciones. El apóstol Pedro nos legó un gran recordatorio cuyo contenido nos estimula
a tener una actitud vigilante ante el
acecho de Satanás: «Sed sobrios y
velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda buscando a
quien devorar» (1Pedro 5.8).
Una
manera de estar alertas a las insinuaciones sutiles de Satanás es tomando
precauciones con respecto a las situaciones a las que somos vulnerables. Ello
significa que si usted es vulnerable al alcohol, hará lo posible por no merodear los bares de la ciudad. Significa
que evitará navegar por páginas de internet cuyo contenido pornográfico
despierte el voraz apetito de su lujuria. Significa que no estarás a solas y menos en lugares oscuros con el novio o la
novia con quien pretendes casarte y así guardar el sexo para la luna de miel.
Significa que cortarás drásticamente el contacto con esa segunda persona con el
fin de no caer en la infidelidad. Significa que cualquiera que fuere su
debilidad, usted buscará la forma de
mantener la distancia entre su fragilidad
y el fracaso.
¿Qué hacer si hemos
caído en alguna sutil tentación?
Debemos ser
restaurados. «Hermano, si alguno fuere sorprendido en
alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de
mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado» (Gálatas 6.1).
Conscientes
de nuestras debilidades y pecados debemos
apelar al perdón divino. «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad» (1Juan 1.9).
Oración
“Quita
de nosotros esas acusaciones que el enemigo nos hace para avergonzarnos y para
arrastrarnos bajo la carga del fracaso…por tu gracia, tu no solo nos perdonas,
sino que también nos purificas.”
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