Una noche de 1968 el piloto de un avión
de pasajeros con destino a Nueva York se dio cuenta de que el tren de
aterrizaje de su jet estaba trabado. Al acercarse cada vez más a su destino,
continuaba luchando con los controles tratando de que las ruedas cayeran en su
lugar, pero sin éxito. Dando vueltas alrededor del aeropuerto, pidió
instrucciones a la torre de control. El personal de tierra, respondiendo a la
inminente crisis, roció la pista con espuma y los vehículos de emergencia se
colocaron en posición. Le dieron instrucciones al piloto de que aterrizara lo
mejor que pudiera.
Les pidieron a los pasajeros que se
prepararan para lo peor y se colocaran en posición de descenso. Momentos antes
del aterrizaje el piloto anunció por el intercomunicador: «Estamos comenzando
nuestro descenso final. De acuerdo con los códigos internacionales de aviación
establecidos en Ginebra, es mi obligación informarles que si creen en Dios,
deben comenzar a orar». Una ola de oración se levantó dentro del avión durante ese momento de
angustia. Al final el avión hizo un aterrizaje de barriga y milagrosamente se
detuvo sin causar daños a los pasajeros.
El momento de crisis experimentado en
aquella nave, puso de manifiesto que las
personas tenían reservas ocultas para la oración que posiblemente no hubieran
usado sino fuera por el momento de pánico vivido.
Lamentablemente la oración es muchas
veces el último recurso que los creyentes tomamos durante los tiempos críticos.
El prolífico escritor Charles Swindoll explica esta actitud apática que tenemos hacia la oración diciendo:
Existe un axioma entre los cristianos que revela
mayormente nuestra perspectiva y nuestra práctica sobre la oración: “Cuando
todo lo demás falle, pruebe con la oración”. Tenemos el hábito de orar como
último recurso cuando la vida se convierte en un caos…Sabemos que Dios
interviene. Sabemos que Dios se deleita cuando hacemos una pausa en nuestro
trabajo, volvemos nuestros corazones al cielo y decimos: “Señor, toma el
control”. Entonces ¿porque oramos solamente cuando nos abruma el pánico o
cuando ya no tenemos más recursos que utilizar?[1]
¿Es la oración solo para los momentos de
pánico? No es lo que la Biblia enseña.
Pablo exhortando a la iglesia de Tesalónica, les dijo: «Orad sin cesar» (1Tesalonicenses 5.17). La oración es
una disciplina que podemos y debemos practicarla continuamente: «Orando en todo
tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu y velando en ello con toda perseverancia…»
(Efesios 6. 18).
Debemos orar porque uno nunca sabe en qué momento se desata
un tiempo de crisis. Debemos orar
pidiendo a Dios que no nos falte la fuerza y la fe porque las crisis son
inevitables, aparecen velozmente sin aviso alguno...«las tormentas vienen. Y
vienen rápido, traen ferocidad. Si usted ya está en medio de una, sabe de qué
estoy hablando. Si no está viviendo una hoy, sabe cómo lo sé yo que para mañana
se puede anunciar una.»
¡AMEN!
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