La vida nos da un
revoltijo de días…días de alegría que esperamos que no terminen. Días oscuros
que parecen no tener fin. Días ocupados y bulliciosos. Días juiciosos. Días
decepcionantes incluso, días tontos y locos…
La manera en que
enfrentemos cada día, ya sea difícil o gratificante, dependen de lo que está en
nuestras mentes y en nuestros corazones…
Al final, la clase de perspectiva que su
mente posea, determinará el tipo de actitud con el que afrontará los brillantes
y oscuros días de su vida.
Hace
mucho tiempo atrás vivió un hombre cuya actitud frente a la vida nos sirve como
un prototipo digno de admirar y a la misma vez de imitar. Este hombre era
apóstol Pablo. Las circunstancias de los días de Pablo no siempre fueron
cómodas. En algunas ocasiones estaba en la cúspide, otras veces en la sombra de
la vida. En ocasiones aplaudido y con muchas palmaditas en los hombros, otras veces
apedreado. Rodeado de amistades en ciertos momentos, olvidado en una maloliente
celda en otros. Pero Pablo, sí que sabía
mantener el entusiasmo de la vida a pesar de las diferentes circunstancias que
vivió. Aunque no pudo elegir que todos sus días fueran maravillosos, si supo
elegir una actitud correcta para sus días y su vida. Su ejemplar actitud se puede
resumir en las siguientes palabras que el mismo escribió:
Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en
todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre,
así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo
que me fortalece. (Filipenses 4.12, 13
RV60).
¿Cuál era secreto de Pablo para vivir
una vida feliz? Esencialmente radicaba en saber elegir la actitud correcta ante
cualquier circunstancia de la vida. Es su actitud lo que determina su altitud en
la vida. Hace tiempo atrás, el pastor y escritor Charles Swindoll, escribió una
nota edificante sobre la importancia de la actitud en la vida. Esto es lo que
escribió:
Entre más vivo, más me doy cuenta del impacto de una
actitud en la vida…
Para mí la actitud
es más importante que los hechos. Es más importante que el pasado. Es más
importante que la educación, el dinero, las circunstancias, los fracasos, los
triunfos…Es más importante que la apariencia, el talento o la habilidad.
…(La actitud) construirá o destruirá una compañía,
una iglesia o un hogar. Lo interesante es que tenemos una elección diaria
acerca de la actitud que tomaremos ese día.
No podemos cambiar nuestro pasado. No podemos
cambiar el hecho de que las personas actuarán de cierta manera. No podemos
cambiar lo inevitable. Lo único que podemos hacer es utilizar lo que tenemos, y
eso es nuestra actitud.
Estoy convencido de que la vida es 10% lo que me
sucede a mí y 90% cómo reacciono ante eso.
Amigo usted y yo no podemos elegir todo
lo que quisiéramos que nos suceda en la vida, pero si podemos elegir tener una
actitud correcta para vivirla. Es allí donde yace el secreto de la felicidad.
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