Kent
Blanchard, sostiene que hay dos
tipos de ego: un ego externo (orientado a las actividades o
trabajo) y el interno (orientado a la reflexión). Este último es más
deliberativo. ¿Cuál de estos dos le
despierta por los mañanas? El externo, que está orientado hacia el trabajo. Nos
despertamos y atendemos las cosas que llenan el ego externo: llamadas,
negocios, quehaceres domésticos, reuniones por la tarde, luego por la noche,
etc. Al final del día terminamos extenuados hasta el punto de no tener energías
para decirle buenas noches a la persona que duerme a su costado. Al día
siguiente la alarma suena solo para volver a colocarnos las cadenas de
esclavitud de los quehaceres cotidianos dejando de lado actividades como la oración.
La Biblia señala la importancia del hábito de la
oración. «Orar sin cesar». (1Tesalonicenses
5.17RV60). Jesús oraba constantemente «Despedida la multitud, subió al
monte a orar aparte; y cuando llegó, estaba allí solo» (Mateo 14.23).
Siendo que pasar un tiempo íntimo con Dios por medio de la
oración es una tarea secreta del alma, muchos lo pasan por desapercibido;
pues, no es una tarea por la que recibamos muchos halagos o premios por parte
de la gente. Sin embargo, para Dios el hábito de la oración, es una tarea que
Él no pasa por desapercibido. Mateo 6.6
dice: «Más tú, cuando ores, entra en tu
aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre
que ve en lo secreto te recompensará en público». Quizás muchos pasen por alto
tu tiempo íntimo de oración, menos Dios.
La oración es un antídoto contra las tensiones de la
vida. Las tentaciones, las preocupaciones suelen debilitar las fuerzas de nuestro
corazón y necesitamos pasar tiempo en la presencia de Dios para fortalecer nuestro
interior. No tenemos que vivir al aire
libre. Dios no planeó que nuestro corazón vagara como un beduino. Dios quiere que
entremos en el calor de su presencia y vivamos con Él. Cualquier lugar lejos
del hogar de Dios es peligroso. Solo el hogar edificado para el corazón puede
proteger nuestro corazón. Hebreos 4.16 dice que debemos acercarnos «. . .
confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia
para el oportuno socorro»
Ore porque Él
está dispuesto a escucharlo. Claro, claro que sí. Y lo puedes hacer desde cualquier lugar
y en cualquier momento. Él no está ajetreado como para no atenderte. Él
escucha, y cuando lo hace, lo hace con atención y devoción. El hecho de que no
podamos explicar cómo atiende millones de peticiones a la misma vez, no
significa que no pueda escucharnos. Entre millones de peticiones que Él
oye y atiende, está tu petición y la mía.
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