miércoles, 31 de octubre de 2018

COMO TRIUNFAR SOBRE LA TENTACIÓN (Parte 2)




Eel devocional anterior vimos tres estrategias muy útiles  para vencer la tentación: Dijimos que usted debe hacer un compromiso de cuidar su integridad, debe usar la palabra de Dios y debe usar  el arma de  la oración. Hoy aprenderemos dos estrategias más: Una dellas tiene que ver con huir y la otra con pensar en las consecuencias. 

Huya de la tentación 
El consejo de Pablo al joven pastor de la iglesia de Éfeso fue: «Huye también de las pasiones juveniles…» 2Timoteo 2.22

¡Qué gran recomendación! ¡Qué sabiduría en tan pocas palabras! ¿Sabe porque? porque el pecado se produce cuando estamos de acuerdo con la tentación y la seguimos. Usted es un necio, un insensato, si sabiendo lo que lo debilita, de todos modos sigue alimentándose con ello. Al traer constantemente tentaciones ante sus ojos y permitir que se asienten en su mente, usted está jugando a caer directamente en las garras del diablo. Si las relaciones con ciertas personas lo debilitan, absténgase de ellas.
En Hebreos 11.24, 25 se dice de Moisés  que «por la fe, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón,  escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado». ¿Leyó las últimas cinco palabras? (los deleites temporales del pecado) ¡Qué elocuente y que verdadera expresión! ¿El pecado es deleitoso? ¡Sin duda! Es tan deleitoso que las personas arriesgan su propia reputación para probarlo. Al hacerlo, todos los esfuerzos de nuestra mente para alertarnos sobre el peligro del pecado quedan neutralizados y olvidamos las advertencias internas. Lo mejor manera de enfrentar el juego seductor de la tentación es huyendo y no  cayendo en su insidioso juego.

Piensa en las consecuencias
Se dice que cuando un esquimal quiere matar a un lobo, esto es lo que hace: Toma una daga plenamente afilada, y la cubre con sangre de animal luego lo deja congelar. Añade luego otra capa de sangre, y otra, hasta que la hoja de dicha daga este completamente cubierta por la sangre congelada. Luego el esquimal coloca el cuchillo congelado en el suelo con la hoja para arriba. Cuando el lobo dirigido por su sensible olfato llega hasta el lugar de donde emana el olor y descubre la carnada, sin sospecha alguna lame con gusto la sangre congelada. Lame una y otra vez y con más vehemencia, succionando la hoja hasta dejar desnuda la afilada daga. Es tan fuerte su sed de sangre que el lobo lame la acerada daga en la noche del Ártico, sin darse cuenta que la cortante hoja ha cercenado su lengua, y que su insaciable sed está siendo satisfecha por su propia sangre. Su ávida sed sangrienta impulsa a la bestia a lamer aún más y más, una y otra vez…Al amanecer, el lobo yace muerto en la nieve.
 Detrás de su seductora trampa, el pecado siempre esconde sus oscuras y trágicas consecuencias. El apóstol Pablo lo advirtió cuando dijo: «Porque la paga del pecado es muerte…»   (Romanos 6. 23).
Nuestra rebelión contra Dios produce desagradables consecuencias. Dios no se queda en silencio mientras sus hijos dan rienda suelta a la perversión. Nos deja que sigamos por nuestros caminos de pecado y que cosechemos las consecuencias. Cada corazón destrozado, cada niño que nace sin ser deseado, cada guerra y tragedia tiene su raíz en nuestra rebelión contra Dios.
«La decepción juega una parte importante en la tentación satánica. Satanás evita un ataque frontal inmediato contra el mandamiento probatorio de Dios y las consecuencias anunciadas. En lugar de ello, el siembra la semilla de la duda, la incredulidad y la rebelión».[1]
El pecado le hace a la vida lo que unas tijeras a una flor. Un corte en el tallo distancia a la flor de la fuente de su vida. Al principio la flor todavía se ve atractiva y llena de color. Pero al pasar el tiempo las hermosas hojas  se marchitarán  y a los pétalos comenzarán a caer. Haga lo que hagas con la flor, la flor está muerta. 


[1] Carl G. Kromminga, en E.F. Harrison (ed.), Diccionario de Teología (Grand Rapids, Míchigan: Libros Desafío, 2002), 595.

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