1Juan 3.8b dice:
«…Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo». La evidencia de esta verdad la encontramos en
el episodio donde Jesús fue tentado por Satanás en el desierto. Al vencer la tentación en del desierto,
Jesús demostró tener poder sobre Satanás y sus siniestras maquinaciones.
Nosotros podemos triunfar también sobre la tentación. Con la ayuda de Dios y
con nuestra firme disposición lo podemos lograr. ¿Cómo? Considere los siguientes
principios prácticos en su diario vivir.
Haga un compromiso de cuidar
su integridad
Hace
miles de años atrás un hombre de Dios llamado Job, tomó la decisión de defender
su integridad durante si vida. Su compromiso se resume en las siguientes
palabras: «…defenderé mi integridad hasta la muerte…mientras viva, mi
conciencia estará tranquila». Job 27.5-6
(NTV). Job entendió (y debemos entenderlo
nosotros también) que «caminar en integridad es la única manera de vivir». Años
más tarde otro hombre de Dios dijo: «En toda mi vida, muerdo al diablo y
cuando haya perdido mis dientes, voy a morderlo con mis encías hasta que muera».”[1] Satanás
usará las más seductoras carnadas para hacernos ceder ante la tentación y
arruinar nuestra integridad y a la vez mancillar nuestra reputación, lo hará
incansablemente. Por lo tanto, no debemos asumir esta batalla con una actitud
despreocupada, al contrario; debemos asumirla con determinación. Vamos hacer el
compromiso de luchar con osadía por nuestra integridad hasta exhalar el último
suspiro de nuestras vidas.
Use el arma de la oración
La manera de enfrentar la tentación es
manteniéndose alerta a la posibilidad de ser tentado. Debido a que somos tentados
en los puntos más vulnerables de nuestro ser, no debemos resistir la tentación
por nuestras propias fuerzas, sino con
las armas espirituales.
Pues
aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra
milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de
fortalezas. 2 Corintios 10. 3,4.
Un arma estratégica para resistir y no
caer en la tentación es la oración. Mientras
que la tentación persigue colocarnos en oposición a la voluntad divina, «las
disciplinas espirituales de velar y orar facultan el corazón espiritual para
dirigir todos los aspectos de la naturaleza humana de la persona, para que la totalidad
de esta sea obediente a la voluntad de Dios».[2]
Jesús sabía ello y lo puso en práctica durante sus años terrenales, y exhortó a
sus discípulos a ponerlo en práctica. Él les dijo: «Velad y orad, para que no
entréis en tentación¸ el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es
débil». Mateo 26.41. Sin embargo, los
discípulos optaron por dormitar, sustituyendo así la necesidad del alma por la comodidad de su cuerpo. Los resultados
posteriores son conocidos: fallaron al Señor.
Lo mismo sucederá con nosotros si damos preferencia al placer o la
comodidad de nuestra carne y descuidamos de suministrar oxígeno al alma por
medio de la oración.
Pablo,
el insigne apóstol del cristianismo, arengó a los creyentes de Éfeso a considerar
la oración como parte de la armadura de Dios, y les dijo:
…tomad
la armadura de Dios para que podáis resistir en el día malo...orando en todo tiempo
con toda oración y suplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia…
Efesios 6. 13,18.
Si deseamos evitar caer en el pecado, nuestras
pasiones humanas deben ser subyugadas a la voluntad divina por medio de la
oración. Razón tuvo John Owen al decir: «Si no permanecemos en la oración, vamos
a permanecer en la tentación».
Use la palabra de Dios
Combata
las insinuaciones seductoras de la tentación usando la palabra de Dios. Jesús
hizo uso de las Escrituras para resistir la tentación en el desierto. En tres
ocasiones reiteradas y con autoridad declaró: « ¡Escrito está! ... ¡Escrito
está! ... ¡Escrito está! ... » Mateo 4.4,
7, 10. Jesús triunfó sobre las insinuaciones tentadoras de Satanás con su
uso inmediato y obediente de la Palabra de Dios.
Muchos
años antes el salmista David escribió:
¿Con
que limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. . . En mi corazón he
guardado tus dichos, para no pecar contra ti. Salmos 119.9, 11.
Cuando
el distinguido maestro cristiano Howard
Hendricks entrego su vida a Cristo, a los pocos días alguien escribió en el
margen de su Biblia las siguientes palabras: «Este libro te mantendrá alejado del
pecado, o el pecado te mantendrá alejado
de este libro». Nada más cierto no solo para el fenecido maestro, sino también
para todos nosotros. «Las Biblias polvorientas siempre están conectadas con vidas
sucias. . . o bien usted está en la Palabra y la palabra le conforma según la
imagen de Jesucristo, o usted está en el mundo, y el mundo le presiona dentro de
su molde mundano»[3]
[1]
Bud Robinson, citado por John MacArthur en, “La batalla del creyente”. Gracia a Vosotros, despertando la verdad de
Dios un versículo a la vez.
http://www.gracia.org/productos.aspx?product=1953 (Último acceso el 01 de setiembre
del 2018).
[2]
Michael J. Wilkins, Comentario bíblico
con aplicación NVI: Mateo (Nashville, Tennessee: Editorial Vida, 2016), 654.
[3]
Howard Hendricks, W. Hendricks, Interpretación
Bíblica (Weston, Florida, EE.UU.: Editorial Patmos, 2011), 7.
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