jueves, 11 de octubre de 2018

CUANDO EL PLAN DE DIOS INTERRUMPE NUESTRA REPUTACIÓN


La noticia que su prometida estaba embarazada martilló abruptamente su corazón. Él, había hecho los arreglos para celebrar prontamente el casamiento con la mujer de sus sueños, pero la conversación con su amada en aquella noche, desplazó de su corazón  las bellas ilusiones dejándole envuelto en una nube gris de confusión. Escuchar lerda y nerviosamente las palabras de su futura esposa diciéndole que estaba embarazada no solo era algo inesperado, sino también inaceptable. Él jamás se había atrevido a tocarla más allá de lo permitido. Ambos habían prometido reservar la intimidad sexual para después de la boda, y ahora esta inesperada sorpresa.
En su diario él escribió lo que sucedió aquella noche:
…Sus palabras fueron como filosas espadas que penetraron mi corazón. ¡No lo podía creer! Sentí que mi mundo se desmoronaba, que mis ilusiones se desvanecían. Mi alma quedó prisionera de una profunda mezcla de consternación y confusión mientras ella me contaba una historia absurda y blasfema de cómo había concebido un niño en su vientre. Ella me decía que «el Dios invisible le había  escogido a ella para ser la madre del Mesías. Que el bebé concebido en su vientre era el Santo Ser procreado por Dios y no por algún humano». Todo lo que ella me contaba me parecía una historia absurda propia de las historias pervertidas de las mitologías paganas.
Pude ver en su rostro la angustia que tenía cuando me hablaba. Le era demasiado complicado hablar…sobretodo complicado porque yo no tenía  la más mínima inclinación por creer nada de lo que me estaba confesando. Solo acerté dar un golpe con el martillo sobre la mesa y salí raudamente de la carpintería donde estábamos. Corrí en medio de la noche con destino a las colinas aledañas a la ciudad. Estando allí, me senté, y en medio de la oscuridad que envolvía aquel lugar, intenté hallar un poco de consuelo mientras miraba la llanura y el cielo de la noche.   
Cada vez que me mi corazón se recuperaba, una nueva dimensión de la tragedia invadía mi mente provocándome una nueva avalancha de lágrimas entre mis ojos...   
Cuando el horizonte dio lugar al amanecer del nuevo día, regresé a casa con una decisión en mente. Decidí dejarla secretamente.
El diario de Dios (la Biblia) registra que «José, su prometido era un hombre justo, y no quiso avergonzarla en público; por lo tanto, decidió romper el compromiso en privado». Mateo 1.19 NTV. Con la frase «como era justo», Mateo reconoce el estatus de José. Él era un «tsadiq», un estudiante formal de la Torah. José era un estudiante de la ley de Dios. Recitaba y vivía el Shema judío.[1] Ante sus conciudadanos, José gozaba de una buena reputación y cabe la posibilidad que el carpintero de Nazaret se enorgullecía de ello.
Escuchar de los labios de su prometida que esta embrazada de Dios debe haberle sonado bastante fuerte y ridículo a José. La historia del embrazo no encajaba en su proyecto lustroso de vida; él era un hombre justo, María una novia deshonrada… mancillada…vejada (posiblemente eso es lo que pensó de ella).
Su ardor por la ley y su pasión por María se enfrentaban. La ley exigía lapidar a María, El amor a perdonarla. Así que decide dejarla sin levantar rumores ni escándalos. Sin embargo, una decisión como esta pronto haría poner en aprietos a María. El vientre de la joven campesina, en poco tiempo incrementaría su tamaño y junto a ello vendrían las preguntas punzantes y molestosas: «¿José, aquella criatura es tu hijo? ¿Cómo quedó María embrazada si no han consumado el matrimonio?»
Pensando en abandonar  a su prometida «…he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas en recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es».  Mateo 1.20 RV60.
Luego que el ángel ascendió al cielo, José debería tomar una decisión entre dos fuertes tensiones: Conservar su estatus o reputación como “justo”, o aceptar el plan de Dios para su vida.  ¿Qué hizo José? «…recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y lo puso por nombre Jesús» Mateo 1.24-25.
 José tomó una sabia decisión: se deshizo de su reputación y aceptó la voluntad de Dios. José modeló una actitud de desprendimiento y misericordia digna no solo de comentar, sino también de seguir. Él comprendió los riesgos, consideró el precio y asumió gustosamente relegar sus derechos y aceptar a María como su esposa. Sobretodo asumió con obediencia el plan de Dios y colocó sus proyectos personales en último plano.
 Dios anda buscando a aquellas personas dispuestas a hacer lo mismo. Personas dispuestas a dejar de lado su status y proyectos personales para darle cabida a los proyectos de Él. ¿Está usted dispuesto a dejar de lado sus intereses personales para seguir el plan divino?  


[1] El Shema era la confesión de fe judía que comprende Deuteronomio 6.4-9; 11.13-21.


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