Yo
soy la vid verdadera y mi Padres es el labrador.
Toda
rama que en mí no da fruto, la poda para que dé más fruto.
Juan 15:1-2 (NVI)
En los devocionales anteriores vimos que para llegar a ser un
creyente fructífero debemos echar raíces y eliminar toda yerba mala de nuestras
vidas. En el devocional de hoy veremos que para llegar a ser un cristiano
fructífero, debemos dejar que Dios pode
nuestra
vida.
En Juan
15:1-2 Jesús dice:
Yo soy la vid
verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo
quitará; y todo aquel que lleva fruto,
lo limpiará, para que lleve más fruto. RV60.
Podar comprende cortar
las ramas muertas y también las ramas vivas de la vid para estimular el
crecimiento. Cuando los jardineros o podadores profesionales hacen su trabajo,
lo hacen sin compasión. Toman sus tijeras
y podan sin misericordia. Si
usted observa a un podador trabajar, le dolerá ver lo que hace. Cortan las rosas hermosas. Cuando terminan de
trabajar usted verá solo pequeños tronquitos. Podar no es cortar
con gentileza solo los pedacitos muertos. No es así. Lo que está vivo y hermoso también
debe cortarse: ramas, hojas y flores. Sin embargo, con el tiempo esas rosas retoñarán más hermosa
que nunca
Ahora bien, aquí está
el punto. La mayoría de nosotros creemos que cuando Dios nos poda, corta el pecado, es
decir las ramas muertas de nuestra vida. Él lo hace, pero
además corta algunas cosas que están vivas y tienen éxito. El cortará un
negocio que va muy bien, una relación satisfactoria, buena salud. Algunas de
estas cosas pueden ser eliminadas para traer mayor fructificación espiritual.
Con frecuencia, Dios también corta las cosas
buenas para hacerlo espiritualmente más saludable. No es siempre agradable,
pero podar es esencial para el crecimiento espiritual. No es una opción.
Recuerde, Dios se glorifica cuando producimos «mucho fruto» (véase Juan 15:8),
y esto requiere podar. Debemos recordar que las podadoras están en las manos de
nuestro amoroso Dios. Él sabe lo que está haciendo y quiere lo mejor para
nosotros.
Si usted es un
cristiano, va a ser podado. Cuente con eso. Tal vez ahora mismo esté en medio
de esta experiencia, y quizás no todo sean ramas muertas. Dios corta las ramas que
creemos que son productivas para que podamos producir más fruto. Esto puede ser
confuso. Creemos que somos fructíferos y nos sorprendemos y hasta nos
frustramos por la forma en que Dios nos poda. «Dios, ¿por qué me estás haciendo
esto? Te entregué mi negocio, y está fracasando. Te entregué mi salud, y la
semana que viene voy para el hospital para internarme. Diezmé fielmente, y sin
embargo, voy camino a la bancarrota».
Recuerde que cuando Dios nos
poda, no solo corta el pecado, es decir las ramas muertas de nuestra vida; sino que además, corta algunas cosas que están vivas y tienen éxito.
¿Cómo
Dios nos poda?
Usa los
problemas, las presiones y las personas.
¡Y sí que usa las
personas! La gente lo criticará y desafiará. Lo cuestionarán y dudarán de
usted. Retarán sus motivos. Dios los está usando para podarlo. ¿Qué estoy
diciendo? Estoy diciendo lo que estuve diciendo a través de todo este libro:
Dios puede usar cada situación de su vida para ayudarlo a desarrollarse si
usted tiene la actitud correcta. Él lo puede usar todo: los problemas que se
busca, un gran desengaño, un revés financiero, una enfermedad repentina, un
matrimonio que se deshace, un hijo rebelde, la muerte de un ser querido. Él
puede y usa todo esto como parte del proceso de podarlo y hacerlo aún más
fructífero.
La
disciplina también es un elemento de poda que Dios utiliza para tratar con
nuestras vidas.
Es verdad que
ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero
después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados. Hebreos 12.11
Igual que la disciplina, ser podado es
desagradable. Podar nunca es divertido,
y tampoco es bonito, pero es para su beneficio futuro. El propósito de podar es
positivo. Dios no está enojado con usted. Si no dejamos que Dios pode nuestras vidas no habrá resultados. Si nos resistimos, nos
rebelamos, nos quejamos o nos resentimos, nuestro carácter no se desarrollará
de la manera que Dios quería y no llegaríamos
a ser creyentes fructíferos.
CONCLUSIÓN:
En 1968, un
científico descubrió, en una cueva de los indios, un collar de semillas que
tenía seiscientos años. Sembró una de las semillas, y esta brotó y se
desarrolló. Aunque dormida durante
seiscientos años, el potencial de vida todavía estaba allí.
Quizá usted fue un
cristiano durante años, y estuvo espiritualmente dormido la mayor parte del tiempo.
Pero ahora le gustaría ser productivo. Desea ser fructífero. Le tengo buenas
noticias. ¡No es demasiado tarde! ¡Puede comenzar ahora mismo! Baje su cabeza
para orar y dígale a Dios que quiere cooperar con su plan de desarrollo para
usted. ¡Él le dará el poder para ser un creyente fructífero!
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