De
la misma manera, la lengua es algo pequeño que pronuncia grandes discursos. Así
también una sola chispa puede incendiar todo un bosque. De todas las partes del
cuerpo, la lengua es una llama de fuego. Es un mundo entero de maldad que
corrompe todo el cuerpo. Puede incendiar toda la vida, porque el infierno mismo
la enciende. El ser humano puede domar toda clase de animales, aves, reptiles y
peces, pero nadie puede domar la lengua. Es maligna e incansable, llena de
veneno mortal
Santiago
3.5-8 NTV.
Para
explicar la extensiva destrucción que pueden causar las palabras fuera de
control, Santiago usó dos nuevas metáforas: el
fuego y el veneno.
Comparó
la lengua fuera de control similar a una chispa de fuego capaz de incendiar
todo un bosque. Es impresionante lo que puede lograr hacer este músculo de 10
centímetros de carne cuando no la podemos controlar. Basta el comentario de un
pequeño rumor para arruinar el prestigio de una persona o una palabra áspera
capaz de lacerar el corazón de las personas que más nos aman. La lengua fuera de
control «…puede incendiar toda la vida, porque el infierno mismo la enciende»
¿Leyó eso? «… el infierno misma la enciende». Una lengua descontrolada es encendida
desde el mismo infierno «En los evangelios [el infierno]
es el lugar de castigo en la próxima vida. Como símbolo, la palabra se refiere
al lugar donde reside el demonio y en el cual son confinados los perdidos. Lo
que se quiere dar a entender en este versículo es que Satanás mismo es el que
enciende la lengua».[1]
Una
lengua que no ha sido domada es «…maligna e incansable, llena de veneno mortal».
La descripción es la de una serpiente venenosa cuya lengua nunca descansa y
cuyos colmillos están llenos de veneno letal.
Nuestro
mundo está lleno de personas vilmente lastimadas, seres que van por la vida con
el alma atosigada a causa del letal veneno de palabras fuera de control. Usted mismo
ha tenido que soportar palabras que hieren. Usted conoce el dolor que causa el
aguijón ponzoñoso de las palabras fuera de control. Quizás lo está sintiendo
ahora mismo. Alguien que usted ama, respeta o aprecia le causa dolor con el fuego
o el veneno de sus palabras. ¡Estúpida! ¡Tonto! ¡Inútil! ¡Mujerzuela! ¡Intruso!
¡Perro! ¡Mal nacido! ¡No vales nada!, Todas estas expresiones tienen el hedor del
infierno y tienen poder para causar dolor y oscuridad en la vida de cualquier
mortal.
Si
usted ha experimentado en carne propia el impacto doloroso de una lengua incendiada
del infierno, espero honestamente que pueda superarlo. Pero espero también que usted ejerza
control sobres sus propias palabras. Usted mejor que nadie sabe que una lengua descontrolada puede afectar no solo
al individuo mismo, sino a toda su esfera de influencia.
Nunca
debemos olvida que una vez que decimos algo, nuestras palabras salen de la
esfera de la que podemos controlar. Así que pensemos antes de decir algo,
porque luego ya no podemos recuperar lo dicho, y tendríamos que responder por
ello.
[1] Simon J. Kistemaker, Comentario al Nuevo Testamento, Exposición
de Santiago y de las Epístolas de Juan (Grand Rapids, EE.UU.: LIBROS DESAFÍO, 2007), 98.
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