miércoles, 3 de octubre de 2018

PEQUEÑA PERO PELIGROSA: INTRODUCCIÓN




Tenemos en nuestro cuerpo un miembro pequeño pero poderoso. A lo largo de la historia su uso ha provocado gracia y entusiasmo a cotidianas conversaciones y a elocuentes discursos. Sin embargo, también ha sido fuente de toda clase de palabras que lo único que han suscitado es oscuridad, desgracia y terror en la vida de muchas personas. Ese miembro pequeño es la lengua. Todos tenemos una, pero no todos la usamos de una manera sabia. Peor aún, no todos somos conscientes de la magnitud de su poder.

Para dar a entender la magnitud de su poder, algunos con precisión han escrito y han dicho:
·         “La lengua no tiene huesos, pero es lo suficientemente fuerte para romper un corazón. Por eso tenga cuidado con lo que dice.”
·         “La lengua no pesa prácticamente nada, pero muy pocas personas pueden realmente sostenerla”
·         “Se necesitan dos años para aprender a hablar, y setenta para aprender a callar”
·         “Dicen que los perros tienen más amigos que una persona porque  mueva más la cola que la lengua.”
·         “Lo  peor que le puede pasar a una persona chismosa es morderse la lengua. ¿Por qué?  Porque se intoxica con su propio veneno.”
·         Muchas veces nos comportamos de una manera necia y precipitada debido a que  la estupidez siempre se produce cuando la lengua le gana la carrera al cerebro.

El autor del libro Eclesiástico (libro deuterocanónico), escribió con aguda y locuaz precisión sobre la letal capacidad  que posee la lengua cuando de hablar se trata. El autor escribió diciendo:
¡Maldito sea el murmurador y el de doble lengua! Porque han destruido a muchos que vivían en paz. Una lengua de víbora ha robado la tranquilidad a muchos, desterrándolos de nación en nación; ha derribado fuertes ciudades, y arrasado las casas de grandes hombres. Ha descuartizado las fuerzas del pueblo, y destrozado naciones fuertes. Una lengua viperina ha desechado a mujeres virtuosas, privándolas de sus labores. Quienquiera que le preste atención, no conocerá el reposo, ni vivirá nunca ya tranquilo, ni tendrá un amigo a quien pueda confiarse. El latigazo deja una cicatriz en el cuerpo; pero el golpe que se da con la lengua rompe los huesos. Muchos han caído afilo de espada; pero no tantos como los que han sido víctimas de la lengua. Bien  se encuentra el que está a cubierto de ella, y no ha pasado por su veneno; el que no ha llevado su yugo, ni ha sido uncido a su carreta. Porque su yugo es férreo; y sus correas, broncíneas. La muerte que causa es sobremanera cruel; mejor sería la tumba que caer en sus manos. . . Cuídate de. . . pesar en balanza tus palabras y ponerle brida a tus labios y atrancar la puerta de tu boca. Mantente en guardia para no resbalar con ella, no sea que caigas ante el que yace al acecho, y tu caída sea tan irremediable como la muerte (Eclesiástico 28:13-26).

¡Qué manera tan precisa para describir el peligro detonante de una lengua descontrolada! Y que peligro mayor aun,  no ejercer dominio sobre nuestra propia lengua.
 La Biblia le da una importante atención a este tema. Algunos de sus autores hablaron al respecto:
· El rey David dijo: “…atenderé a mis caminos, para no pecar con mi lengua; guardaré mi boca con freno…” Salmos 39:1
· Salomón escribió: “Hay hombres cuyas palabras son como golpe de espada; más la lengua de los sabios es medicina” Proverbios 12.18
· También Salomón escribió: “La blanda respuesta quita la ira; más la palabra áspera hace subir el furor. La lengua de los sabios adornará la sabiduría; más la boca de los necios hablará sandeces. Proverbios 15.1-2
· La lengua apacible es árbol de vida; más la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu. Proverbios 15.4

Uno de los pasajes icónicos con respecto al poder de la lengua, lo escribió Santiago; el medio hermano de Jesús y principal líder de la primera iglesia neotestamentaria. En Santiago 3.1-12 el autor enseñó acerca de cuatro  razones por las cuales los creyentes debemos controlar nuestra lengua.
I.   Debemos controlar nuestra lengua  porque las palabras tienen repercusión eterna.
II. Debemos controlar nuestra lengua  porque las palabras manifiestan nuestro grado de madurez.
III.     Debemos controlar nuestra lengua  porque las palabras fuera de control, son altamente destructivas.
IV.     Debemos controlar nuestra lengua  porque las palabras fuera de control, manifiestan una doble moral 
En los siguientes devocionales hablaremos de cada una de ellas  

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