William Cowper
(1731-1800), fue un poeta británico que a la edad de treinta y dos años, abrumado por
fuertes sentimientos de depresión decidió quitarse la vida. Se dice que alquiló
un carruaje que lo condujo en dirección del río Támesis. La intención de Cowper
era tirarse al rio. Cuando el conductor
vio lo que intentaba hacer el joven poeta, lo sujetó y evitó de esa manera que
saltara en las turbulentas corrientes del anchuroso río. Cuando regresó solo a
su casa, Cowper tomó una pócima de
veneno; pero alguien llegó a tiempo para darle el antídoto requerido. Esa misma
noche tomó un cuchillo y se echó sobre él, y aunque resulte difícil de creer; la hoja se rompió. A la mañana siguiente, se
colgó, pero un vecino, que estaba preocupado por Cowper, lo halló y cortó la
cuerda antes de que muriera ahorcado.
¿Qué itinerario
misterioso e invisible se escondía e imposibilitaba la muerte de Cowper? ¿Fue una
cuestión de suerte o designio cósmico que Cowper no pueda acabar ni siquiera
con su propia vida? Prefiero lo segundo; pues, como dijera Albert Einstein: «Dios
no juega los dados». Fue indudablemente el
designio divino que no permitió que el poeta acabara con su vida. El soberano, invisible
e invencible Dios, misteriosamente estaba
detrás de cada fallido intento de suicidio. Job lo entendió así y dijo: «En su mano está el alma de todo ser
viviente; y el hálito de todo el género humano» Job 12.10 RV60.
Trece
años después de tantos conatos suicidas, y habiéndose vuelto a Cristo; Cowper comenzó a componer himnos, entre ellos
uno, en cuya estrofa pareciera explicar la misteriosa presencia de Dios en su
angustiosa vida. La estrofa dice:
No juzgues al Señor
con tu razón enferma
Solo confía en
él, quien te ofrece su gracia.
Pues su rostro
sonriente muchas veces se oculta,
Detrás de una
ceñuda, arisca providencia.
Por favor, si no es molestia,
vuelva a leer las dos últimas líneas de la estrofa y trate entender lo que el autor del himno intenta decir.
¿Qué entendió Cowper? Entendió
que la presencia invisible de Dios estuvo detrás de cada acontecimiento de su
vida. Y lo que es cierto para Cowper, también lo es para nosotros.
Dios está en cada acontecimiento
de nuestras vidas. Aunque su presencia no sea visible, no significa que Él no esté
presente y aunque muchas veces parezca distante, Dios está presente en cada escena
y en todos los aconteceres de nuestra vida;
y no sucederá nada que en su soberana voluntad Él así lo permita. «Todo lo que
Jehová quiere, lo hace, en los cielos y en la tierra, en los
mares y en todos los abismos». Salmos 135.6
Dios está presente aun en
el mundo íntimo de nuestros pensamientos y ninguno de ellos puede ocultarse de la invisible presencia
de Dios y su invencible poder. Por tal razón Job dijo: «Yo conozco que todo lo
puedes y que no hay pensamiento que se esconda de ti». Job 42.2
Ningún pensamiento suicida
de Cowper pudo ocultarse de la presencia invisible de Dios, como tampoco ningún
pensamiento nuestro puede hacerlo.
Quizás usted no haya
intentado suicidarse como lo hizo Cowper, pero no dude que la mano de Dios, aunque
oculta, ha estado constante y poderosamente moviéndose a favor suyo. Cada acontecimiento
tanto del pasado como del futuro de su vida no escapa del control divino. Nada de lo que le ha acontecido es casual. Lo que
sucede en este instante y lo que sucederá luego está bajo la soberana providencia
de Aquel cuya presencia invisible lo llena todo y cuyo poder
invencible lo controla todo.
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