martes, 16 de octubre de 2018

LA PRESENCIA INVISIBLE DE UN DIOS QUE LO LLENA Y CONTROLA TODO



William Cowper (1731-1800), fue un poeta británico que  a la edad de treinta y dos años, abrumado por fuertes sentimientos de depresión decidió quitarse la vida. Se dice que alquiló un carruaje que lo condujo en dirección del río Támesis. La intención de Cowper era tirarse al  rio. Cuando el conductor vio lo que intentaba hacer el joven poeta, lo sujetó y evitó de esa manera que saltara en las turbulentas corrientes del anchuroso río. Cuando regresó solo a su casa, Cowper  tomó una pócima de veneno; pero alguien llegó a tiempo para darle el antídoto requerido. Esa misma noche tomó un cuchillo y se echó sobre él, y aunque resulte difícil de creer;  la hoja se rompió. A la mañana siguiente, se colgó, pero un vecino, que estaba preocupado por Cowper, lo halló y cortó la cuerda antes de que muriera ahorcado.
¿Qué itinerario misterioso e invisible se escondía e imposibilitaba la muerte de Cowper? ¿Fue una cuestión de suerte o designio cósmico que Cowper no pueda acabar ni siquiera con su propia vida? Prefiero lo segundo; pues, como dijera Albert Einstein: «Dios no juega  los dados». Fue indudablemente el designio divino que no permitió que el poeta acabara con su vida. El soberano, invisible e invencible  Dios, misteriosamente estaba detrás de cada fallido intento de suicidio. Job lo entendió así y dijo: «En su mano está el alma de todo ser viviente; y el hálito de todo el género humano» Job 12.10 RV60.  
Trece años después de tantos conatos suicidas, y habiéndose vuelto a Cristo;  Cowper comenzó a componer himnos, entre ellos uno, en cuya estrofa pareciera explicar la misteriosa presencia de Dios en su angustiosa vida. La estrofa dice:
No juzgues al Señor con tu razón enferma
Solo confía en él, quien te ofrece su gracia.
Pues su rostro sonriente muchas veces se oculta,
Detrás de una ceñuda, arisca providencia.

Por favor, si no es molestia, vuelva a leer las dos últimas líneas de la estrofa  y trate  entender lo que el autor del himno intenta decir.
¿Qué entendió Cowper? Entendió que la presencia invisible de Dios estuvo detrás de cada acontecimiento de su vida. Y lo que es cierto para Cowper, también lo es para nosotros.
Dios está en cada acontecimiento de nuestras vidas. Aunque su presencia no sea visible, no significa que Él no esté presente y aunque muchas veces parezca distante, Dios está presente en cada escena y en todos los aconteceres  de nuestra vida; y no sucederá nada que en su soberana voluntad Él así lo permita. «Todo lo que Jehová quiere, lo hace, en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos». Salmos 135.6
Dios está presente aun en el mundo íntimo de nuestros pensamientos y ninguno de  ellos puede ocultarse de la invisible presencia de Dios y su invencible poder. Por tal razón Job dijo: «Yo conozco que todo lo puedes y que no hay pensamiento que se esconda de ti». Job 42.2
Ningún pensamiento suicida de Cowper pudo ocultarse de la presencia invisible de Dios, como tampoco ningún pensamiento nuestro puede hacerlo.
Quizás usted no haya intentado suicidarse como lo hizo Cowper, pero no dude que la mano de Dios, aunque oculta, ha estado constante y poderosamente moviéndose a favor suyo. Cada acontecimiento tanto del pasado como del futuro de su vida no escapa del control divino.  Nada de lo que le ha acontecido es casual. Lo que sucede en este instante y lo que sucederá luego está bajo la soberana providencia de Aquel cuya  presencia invisible lo llena todo y cuyo poder invencible lo controla todo.

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