· Proporcione un ambiente
adecuado para las buenas relaciones. Como líder de
nuevos creyentes el consolidador debe promover la amabilidad entre los nuevos
creyentes que conforman su grupo o célula.
· Como consolidador sea
amable con las personas que está formando. Roger Ailes, señala: “… el factor de mayor influencia en el discurso público es la
“queribilidad”. Si usted le gusta a la gente, ellos lo escucharan. Si usted no
lo les gusta, lo ignoraran o no prestaran atención a su mensaje”.[1] Personalmente, también creo que si un
consolidador se hace “querer” por las personas realizara un mejor trabajo de
consolidación.
· Memorice los nombres de
las personas que consolida. Esto demostrará que el
líder está interesado en las personas.
· Salude a cada uno
personalmente antes y después de las reuniones.
· Maneje con sabiduría el
arte de los abrazos y apretones de manos. Tal
vez el único abrazo que reciban aquellos nuevos creyentes sea el que usted les
brinda en las reuniones de consolidación.
· Si es posible escriba
notas de estímulo. Escriba cartas de felicitaciones,
de aliento. Trate de ser cálido y personal al momento de escribir.
Nada
más gratificante para un consolidador que sentirse amado por las personas, y
deseado de ser escuchado; sin embargo,
para que aquello suceda el líder debe establecer relaciones primeramente. El consolidador que evada el principio de
las relaciones, no llegará a causar un impacto tan profundo en el corazón de
las personas que ministra, no importa cuánto conozca de teología, ni cuantas
horas de oración invierta; nada puede reemplazar este principio tan fundamental
de las relaciones cuando de consolidar se trata. Jesús lo vivió y todos los que
consolidamos a nuevos creyentes, debemos vivirlo también.
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