domingo, 11 de enero de 2015

LOS OBJETIVOS PRINCIPALES DE UN CONSOLIDADOR



En la etapa de la consolidación, un excelente consolidador debe lograr alcanzar tres objetivos principales: IDENTIDAD, CAMBIO Y PROGRESO.

1.   Identidad. Identidad con Cristo y la iglesia. Esto es el primero de los objetivos que un consolidador debe lograr en la vida de los nuevos creyentes. Un excelente consolidador ha de enseñar que la vida cristiana no solo comprende creer, sino además pertenecer.
Aquellos que consolidan deberían colocar un énfasis bastante claro, profundo y bíblico con respecto a que significa ser miembro de una iglesia. Lamentablemente pareciera ser que muchos creyentes no han entendido que significa verdaderamente ser miembro de una iglesia. Explico este asunto con las palabras del gran apologista cristiano C.S. Lewis:
 “C.S. Lewis una vez escribió un ensayo sobre ser miembros de la iglesia, recordándonos que la palabra membresía es de origen cristiano, pero que  el mundo la ha tomado y la ha vaciado de todo su significado original. Actualmente, la mayoría de la gente asocia el término membresía con rituales carentes de significado, con el pago de cuotas, con reglas tontas y apretones de manos y con tener el nombre anotado en alguna lista polvorienta. Sin embargo, Pablo tenía una imagen muy distinta de la membresía. Para él, ser un miembro de la iglesia no se refería a algún frío ritual para entrar a formar parte de una institución, sino que significaba convertirse en un órgano vital de un cuerpo viviente (Romanos 12:4-5; 1 Corintios 6: 15; 1 Corintios 12:12-27).Debemos recuperar esta imagen. Cualquier órgano que esté separado del cuerpo no solo perderá el propósito para el cual fue creado, sino que también se secará y morirá rápidamente. Lo mismo sucede con los cristianos que no están comprometidos con ninguna congregación en especial”.[1]

2.   Cambio. Cambio en sus valores y conducta. El consolidador debe conseguir este segundo objetivo ya que la vida cristiana básicamente tiene que ver con un cambio de vida. Las palabras del apóstol Pablo nos vienen bien en ese sentido, cuando dijo: “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente,  y vestíos del hombre nuevo, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”. Efesios 4.22-24

3.   Progreso. El consolidador debe buscar señales de progreso en las áreas más importantes de la vida del nuevo creyente.
Algunas áreas vitales a examinar podrían ser:
·       Familia. Muchos nuevos creyentes vienen con graves problemas  de esta índole. Le sería útil al que consolida examinar el avance que ha dado el nuevo creyente en esta área importante.  La Biblia valora el amor en la familia. Cuando un nuevo creyente ha conocido el amor de Dios en su vida, este debe manifestarse de una manera notable en su hogar. John Stott, escribió: “La vida de un hogar cristiano, que de todos modos debería caracterizarse por la manifestación de un amor humano natural, tendría  que ser enriquecida por el amor divino sobrenatural,  es decir, el amor de la cruz. Este amor debería caracterizar todas las relaciones familiares cristianas, entre marido y mujer, padres e hijos, hermanos y hermanas. Porque hemos de someternos "unos a otros en el temor de Dios (Efesios 5.21)”.[2]
·       Finanzas. Al lado de los problemas familiares, los problemas financieros son los más frecuentes en la vida de los creyentes. Así pues, sería apropiado   que el consolidador tenga en cuenta cual es el avance de sus discípulos en el terreno financiero.
·       Relaciones. En este tercer terreno se evalúa como se relaciona el nuevo creyente con las personas con quienes trabaja, vive (vecindario)  y con los que se relaciona en su comunidad cristiana (iglesia). 
·       Vida cristiana.  El pastor Rick Warren, en su libro Una Iglesia Con Propósito, enseña que hay cuatro hábitos que un discípulo de Cristo debe practicar: la oración, la lectura bíblica, la mayordomía y el compañerismo (congregarse con otros). Creo que estos hábitos podrían servir como indicadores básicos para medir el progreso de un nuevo creyente en todo lo que a su vida cristiana se refiere.




[1] Rick Warren. “Una Iglesia Con Propósito”. Miami Florida, Editorial Vida, 1998. pág.
320
[2] John Stott. La Cruz de Cristo. Buenos Aires, Ediciones  Certeza, 1996. pág. 320

No hay comentarios:

Publicar un comentario