En la Biblia uno de los personajes que mostró tal equivocada actitud en su hogar fue Jacob. En la historia antigua de este patriarca hebreo tenemos la clásica ilustración del hombre demasiado ocupado en sus propios asuntos, excesivamente absorbido en lo suyo y despreocupado para con lo que ocurría dentro de su familia, tan indiferente como para ocuparse de lo que estaba ocurriendo en la vida de sus hijos y tratar de ayudarlos.
Observe la manera pasiva de
reaccionar frente a las serie de comportamientos inapropiados que tenían sus
hijos:
No
reaccionó debidamente cuando ante la violación de su hija Dina
Al parecer estaba más
interesado en las relaciones públicas que en la deshonra que había sido víctima
su hija. Los que tomaron violenta represalia contra el deshonor que había
sufrido la familia fueron sus propios hijos. Jacob como padre, supuestamente no
hizo nada. Al contrario, se molestó por reacción de venganza que tuvieron sus
hijos.
Cuando Jacob supo lo que sus hijos habían hecho para tomar
venganza, se puso furioso. Aparentemente, no por lo que le habían hecho a su
hija, ni siquiera por la magnitud de su brutal revancha, eran sus relaciones
públicas con el resto de la población que vivía en esa tierra[1]. (Véase Génesis 24.30).
No
le dio mucha importancia al pecado de adulterio que cometió su hijo Rubén
En Génesis 35.21, 22 dice que
Rubén se fue y se acostó con Bilha,
concubina de su padre. Y lo llegó a saber Israel (es decir Jacob), pero lo
asombroso de esto es que no hizo nada al respecto. Al final de sus días, Jacob
sacó a relucir la grave falta de su hijo (Génesis 49.3-4).
El pasaje bíblico no solo nos
da una imagen nostálgica de un padre moribundo, sino que suscita serias
interrogantes.
¿Porque estás diciendo todo esto ahora después de tantos
años? ¿Dónde estabas cuando paso todo
esto? ¿Por qué no te enfrentaste a esto en ese momento, como debías haberlo
hecho en tu condición de padre? ¿Por qué no interviniste entonces? Si no lo
hacías tú, ¿Quién iba a guiar a tus hijos?[2]
No
le dio mucha importancia al sentimiento de celos que había entre sus hijos
Jacob debería haber actuado
con sabiduría ante los sueños de su hijo José, tal vez esto hubiera aliviado
los sentimientos enfermizos y homicidas que tenían sus demás hijo hacia José.
No sabemos si Jacob se dio cuenta de los celos que sentían sus otros hijos, si
lo supo tal vez no le dio la debida importancia.
Tiempo después, la falta de discernimiento
y pasividad paternal de este padre hebreo, condujo a que enviara a su hijo José
a la boca del lobo (mejor dicho, a la boca de los lobos)(véase Génesis
31.17-25).
EL PELIGRO DE LA PASIVIDAD
PATERNAL
La
pasividad posterga la disciplina.
Reaccionar tardíamente ante
las reprochables acciones de nuestro hijos, nos conduce a aplicar una
disciplina brutal y no racional a nuestros hijos. «…Cuando eso sucede, los hijos no son
disciplinados sino tratados como animales».[3]
Nuestra responsabilidad como padres es enfrentar con determinación las acciones
y las actitudes equivocadas de nuestros hijos en el momento apropiado. No nos
detengamos en recompensarlos cuando hacen las cosas cabalmente, ni tampoco nos
contengamos ante sus conductas insensatas y funestas. No esperemos que se
cumplan en nuestra vida aquellas tristes y ciertas palabras que dicen: Siembra
vientos y cosecharás tormentas.
La
pasividad paternal facilita que nuestros hijos se sumerjan en los hoyos
destructibles de las adicciones
Steven Covey, en su libro Los Siete Hábitos De Las Familias Altamente
Eficientes, cuenta la historia de un niño de siete años que manifestaba intranquilidad.
Su padre, pensando que el niño sufría de pesadillas, insistió en que le contara
lo que le preocupaba. Después de persuadirlo mucho, el niño comenzó a contarle
varias escenas horribles de pornografía. Conteniendo su estupor, el padre se
dedicó a investigar en qué lugar había estado expuesto su hijo a tal suciedad.
El dedo final señaló a un niño de nueve años de edad que vivía en el
vecindario, que había convertido su sala de computación del sótano de su casa
en una tienda de pornografía, y ninguno de sus padres estaba enterado de esto.[4]
¿Dónde estaban los padres de
este infante, mientras su hijo se sumergía en ese pantano morboso y dañino como
es el mundo de la pornografía?
¿Dónde están los padres
mientras sus hijos caen prisioneros de las drogas? ¿Dónde están los padres cuando
algunos de sus hijos concluyen en embarazos prematuros?
No cree usted que vale la
pena como padre estar al tanto de la situación de nuestros hijos y actuar
inmediatamente al menor acto de indecencia, de recelo, de violencia. Piénselo y
haga algo a favor de sus hijos.
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