Hace algunos años un titular de prensa hablaba de
trescientas ballenas que murieron repentinamente. Las ballenas perseguían
sardinas y se quedaron varadas en una bahía.
Frederick Broan Harris comentó: «los pequeños peces
condujeron a los gigantes marinos a su muerte… fueron a una muerte violenta por
escoger pequeños fines, por prostituir grandes poderes persiguiendo metas
insignificantes».
A menudo son las cosas insignificantes de la vida, las que
nos hacen tropezar. ¿Cuántos esposos dejaron de darle la debida importancia a
su matrimonio para terminar luego abandonados por sus cónyuges? ¿Cuántos
jóvenes no terminaron la carrera profesional, solo por darle atención a asuntos secundarios?
En la vida hay demasiados asuntos que reclaman nuestra
atención, y tenemos que aprender, que no
todos estos asuntos merecen o valen la pena que lo atendamos. Solo evitaremos
terminar arruinados y varados en las playas de la frustración, si a tiempo definimos cuáles son nuestras verdaderas prioridades en
la vida.
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