Mas
a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar.
Y
los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo:
¡Un
fantasma! Y dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les habló, diciendo:
¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! Mateo
14.25-27 (RV60)
¿Dónde está Dios
cuando nuestro mundo está sucumbiendo? ¿Dónde está Él, cuándo las tormentas de
la vida golpean la embarcación de nuestra existencia y parece que nos hundimos?
¿Dónde está Dios cuando un grupo de discípulos veían cielos negros, nubes
transformadas en torbellinos y olas enfurecidas hundiendo la popa?
Todos, en
situaciones de penumbra, en medio de rugientes olas de dudas y temores deseamos una luz de esperanza. Y los
discípulos del Señor, no son la excepción. Ellos también desean esperanza.
Ellos también claman a Dios pidiendo socorro.
La luz llegó
para los discípulos, pero no de la manera que tal vez esperaban. Ningún ángel
descendió del cielo para ayudarles. Ninguna voz del cielo emitió una orden para
que la enfurecida marejada se tranquilizara. El destello de esperanza llegó de
la manera más inesperada: ¡Un fantasma!
Jamás se
imaginaron que la respuesta a sus oraciones llegaría de esa forma. ¿Y cómo
reaccionaron?...Tuvieron miedo ¿No nos ha pasado a nosotros lo mismo? ¿No hemos
clamado a Dios solicitando socorro, para luego ligeramente deducir que Dios no
nos escucha? ¿Porque sucede esto con nuestras oraciones desesperadas? ¿Sabes
por qué? Porque deseamos que Dios aparezca y actué a nuestra manera. Cuando
Jesús se presentó en una forma que sus discípulos no esperaban, dejaron de ver
la respuesta a sus oraciones. Esa la típica reacción nuestra. Clamamos a Dios y
esperamos que Él actué a nuestra manera. Que se movilice al paso de cada una de
nuestras palabras. Como no lo vemos actuar de la manera que deseamos, tampoco
vemos la respuesta a nuestras abatidas peticiones.
Pero recuerde: Él
es Soberano, Invisible, Creativo…aparecerá cuando Él lo decida y en la forma
como Él quiera. Y recuerde también que no siempre responderá de una manera
religiosa (a veces te hablará por medio de una tierna mirada). No siempre
responderá de una manera ruidosa (a veces hablará por medio de un susurro) No
siempre sanará el cáncer de tu familiar, pero te proporcionará fortaleza y te
envolverá de personas amables que nunca imaginaste conocer. No siempre
responderá a nuestros antojados caprichos, pero siempre satisfará nuestras
necesidades. Considere que no siempre en las tormentas de la vida, Él nos hará escuchar lo que nuestros oídos
desean escuchar, y nuestros ojos desean ver; Pero siempre nos dejará este
mensaje: «En épocas tomentosas mira a tu alrededor, estoy más cerca de lo que
te imaginas».
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