martes, 11 de septiembre de 2018

SALMOS 23: SU CUIDADO PROVEE DIRECCIÓN


“Junto a aguas de reposo me pastoreará (v.2b)”.
“…Me guiará por sendas de justicia... (3b).”
Salmos 23.2b, 3b

El deseo ávido y la sed por encontrar la tan anhelada paz para nuestras vidas, nos ha llevado a ir en distintas direcciones. Lo más frustrante de dicha búsqueda es que en lugar de paz solo hemos encontrado decepción. Hemos intentado buscar paz en los pastizales de la educación, en las aguas de la religión, de la vida progresista, de la diversión, de los negocios. Otros han ido más lejos. Han intentado hallar sentido y descanso para el alma en las turbulentas aguas del sexo, las drogas, el alcohol…La autosuficiencia nos ha llevado a pensar que no necesitamos de nadie (y menos de Dios) para construir nuestra propia felicidad.
Autodenominarnos arquitectos de nuestro propio destino, únicamente ha producido un oscuro caos existencial. La idea de Dios no fue que viviéramos independiente de él, sino que dependiéramos de su amoroso cuidado.     En su metáfora pastoril, David nos recuerda dicha verdad: “Junto a aguas de reposo me pastoreará (v.2b)”. Y más adelante añadió: “…Me guiará por sendas de justicia... (3b).”
Las ovejas son ingenuas y necesitan alguien que las dirija. Alguien que las conduzca y las lleve por buen camino. Los leones son feroces. Los lobos también lo son. Los zorros son astutos y no necesitan de un pastor; pero… ¿las ovejas? Ellas son tontas pueden terminar perdiéndose de camino; por lo tanto, necesitan de un pastor.  Charles Swindoll, comenta:
Un pastor palestino era un experto en reconocer huellas. Los terrenos ásperos del desierto presentaban muchas huellas y senderos. Algunas de ellas eran de  animales salvajes; otras eran de ladrones que estaban escondidos. El viento también dejaba su huella en la arena. Para una oveja, todos los senderos eran iguales [y con facilidad podían perderse de camino][1] 
Que importante era para las ovejas el cuidado del pastor. Y que importante también para nosotros el cuidado de Dios en nuestra vida para darle dirección.
Sin embargo, nos cuesta aceptar su dirección. Nos creemos listos y fuertes,  presumiendo que no necesitamos la ayuda de alguien. Tal actitud tiene un nombre: AUTOSUFICIENCIA. La autosuficiencia nos hace vivir la vida  a nuestra manera y no a la manera de Dios. Nos impulsa a discutir en vez de pedir perdón. A hablar en lugar de escuchar. A ser impulsivos en vez de pacientes. A tomar el timón de nuestras vidas   en vez de dejárselo a Dios. Los autosuficientes en lugar de buscar depender de Dios, intentan vérselas por sí mismos. Tarde o temprano esta petulante actitud nos lleva a vivir descarriados en los senderos de la vida.  Por ello encajamos exactamente con las palabras del profeta  Isaías cuando dijo: “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino…” (Isaías 53.6). La autosuficiencia conduce al desviamiento, a vivir errantes por la vida; lejos del cuidado del divino Pastor.
Recuerde que las ovejas no están capacitadas para andar solas, fácilmente se pierden porque para ellas todos los caminos son iguale. Lo mismo pasa con nosotros: «Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte.» (Proverbios 14.12). Una evidencia que demuestra que necesitamos el cuidado de Dios  inherente a ello su dirección, son nuestras malas decisiones. La vida es muy dura y la complicamos aún más con nuestras malas decisiones. Decisiones que nos han conducido a vivir perdidos, confusos, lastimados, resentidos, sin horizonte, sin destino; sobre todo sin Dios  (sin el cuidado de nuestro Amoroso Pastor).


[1] Charles Swindoll, Viviendo los salmos (Alabama, El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano, 2013), 84.

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