Examíname,
oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay
en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.
Salmos 139.23, 24.
Un hombre sufría de intensos dolores de
cabeza y había intentado todo tipo de tratamiento con el fin de encontrar
alivio. Finalmente una radiografía reveló la causa de sus intensos dolores. El
tipo tenía incrustado en su cráneo la hoja oxidada de un cuchillo. Durante un
ataque para robarle, el hombre había sufrido laceraciones en el costado derecho
de la mandíbula y no sabía que la hoja del cuchillo se le había roto dentro de
la cabeza. La razón de sus dolores intensos se debía al objeto extraño
incrustado en su cuerpo.
Objetos
extraños en el cuerpo no nos permiten vivir tranquilos. Objetos extraños en el
alma, tampoco. ¿Qué objetos extraños se han incrustado (no en su cuerpo) sino en
su alma y le causan dolor? ¿Qué revelarían una radiografía del interior de su
alma? ¿Culpabilidad por un acto cometido? ¿Vergüenza por un pasado oscuro y escandaloso?
¿Remordimiento? ¿Un hábito pecaminoso al que no pude renunciar? ¿Qué tipo de sentimiento supura bajo la superficie
de su alma produciendo enojo, irritabilidad, malhumor, resentimiento, odio o pena? ¿Qué revelarían una radiografía espiritual de
su alma?
Cuando se trata de ponernos a cuenta con
Dios, ocultar nuestras faltas no es el paso apropiado. Ocultar nuestro pecado o
cualquier objeto extraño que afecta el alma, es similar a tener clavada una daga en el cuerpo. Lo que debemos hacer es solicitar una
resonancia espiritual. David solicitó una cuando dijo:
Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y
conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el
camino eterno. Salmos 139.23, 24.
La palabra examíname indica la idea de explorar y escarbar. David está
pidiéndole a Dios que analice profundamente su interior y que le muestre si hay
algo que le está causando dolor. No le está pidiendo a Dios que descubra un pecado
oculto que Dios no sepa (pues él lo sabe todo), sino para que David mismo sepa
que Dios lo ha descubierto. Cuando usted permite que Dios examine su corazón, está
haciendo lo que hace cuando un dolor constantemente le molesta: usted va al
médico para saber la razón de sus dolores. En este caso usted se somete al
bisturí del Médico Divino para una operación exploratoria. A medida que Dios
traiga a su mente su conducta pecaminosa, comience a pedirle perdón a Dios permitiendo
que aplique su perdón y su gracia.
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