lunes, 10 de septiembre de 2018

SALMOS 23: SU CUIDADO PROVEE DESCANSO



Jehová es mi pastor; nada me faltará.
 En lugares de delicados pastos me hará descansar junto a aguas de reposo me pastoreará. Salmos 23.1, 2 (RV60).

Cuando David dijo: «Jehová es mi pastor…», dio por afirmado que el Señor es nuestro pastor y por lo consiguiente nosotros somos sus ovejas. Otro salmo confirma la misma idea: «…Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado». Salmos 100.3.
Una de las responsabilidades que tenía un pastor de ovejas de la antigua Palestina,   era buscar un lugar sereno para que sus ovejas puedan descansar. Los “…delicados pastos” mencionado aquí, no se refieren al alimento; sino a un lugar fresco, un lugar apropiado con verdes praderas para el descanso de sus ovejas.
Las ovejas al igual que muchos animales tienen períodos de descanso durante el día, y tanto la temperatura como la humedad del lugar son factores importantes para dicho descanso. Se dice que “en condiciones muy calorosas  las ovejas que no pueden estar a la sombra se quedan de pie en grupos apretados en vez de tenderse. Cuando las condiciones son apropiadas…las ovejas descansan tendidas tanto durante el día como por la noche…”[1] (Envidio a las ovejas ¿usted no?). Para que las ovejas duerman las condiciones de la paradera  deben ser  perfectas. El lugar deber estar libre de depredadores, no debe haber tensión en el rebaño, ni tampoco demasiado  calor. El problema es que por sí mismas las ovejas no pueden encontrar esta clase de lugar; necesitan  la ayuda del pastor. Algo similar sucede con nosotros.
La vida tiene muchas formas de dejarnos con el alma exhausta. Exhausta por un matrimonio que no funciona, por deudas impagables,  por un abandono paternal o conyugal. Exhausta  por un esposo alcohólico, por un hijo que ha caído en drogas, por las frecuentes comparaciones que hacen los demás. Exhausta por un acto de traición, por una custodia de los hijos, por un rechazo, por falta de oportunidades o por falta de amor. Cualquier circunstancia que drena nuestras  fuerzas dejándonos el alma extenuada, nos impulsa ir tras alguna verde pradera en busca de descanso. Y lo hacemos.  Intentamos de una y otra forma hallar un poco de descanso consumiendo desde entretenimiento, diversión,  sexo, drogas, medicamentos; pero cuando esto se acaba volvemos  a estar exhaustos. Praderas superficiales solo brindan descanso ligero.
Necesitamos algo más que calmantes y estupefacientes para aliviar la fatiga del alma. Necesitamos el descanso del divino pastor. Su voz se escucha entra las colinas de la vida, diciéndonos:   «…Yo soy el Buen Pastor…” “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar».  (Juan 10.11a; Mateo 11.28).
Su presencia ofrece la clase de descanso que las posesiones, los estupefacientes, los narcóticos  y las diversiones nocturnas no nos pueden otorgar.  La verdadera paz la experimentamos cuando aprendamos a vivir con gozo bajo la provisión y el cuidado del Divino Pastor.  



[1] Universidad de Oviedo, Psicología ambiental, etología, (Oviedo: Servicio de Publicaciones, 1989), 154.

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Muchas gracias. Esperamos que este blog sea edificante para muchos lectores. Me da su nombre. Gracias.

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