Jehová
es mi pastor; nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará
descansar junto a aguas de reposo me pastoreará. Salmos 23.1, 2 (RV60).
Cuando David dijo: «Jehová es mi pastor…», dio por afirmado que el Señor es nuestro
pastor y por lo consiguiente nosotros somos sus ovejas. Otro salmo confirma la misma
idea: «…Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado». Salmos 100.3.
Una de las responsabilidades que tenía
un pastor de ovejas de la antigua Palestina, era
buscar un lugar sereno para que sus ovejas puedan descansar. Los “…delicados pastos” mencionado aquí, no
se refieren al alimento; sino a un lugar fresco, un lugar apropiado con verdes
praderas para el descanso de sus ovejas.
Las ovejas al igual que muchos animales
tienen períodos de descanso durante el día, y tanto la temperatura como la
humedad del lugar son factores importantes para dicho descanso. Se dice que “en
condiciones muy calorosas las ovejas que
no pueden estar a la sombra se quedan de pie en grupos apretados en vez de
tenderse. Cuando las condiciones son apropiadas…las ovejas descansan tendidas
tanto durante el día como por la noche…”[1] (Envidio
a las ovejas ¿usted no?). Para que las ovejas duerman las condiciones de la paradera
deben ser perfectas. El lugar deber estar libre de depredadores,
no debe haber tensión en el rebaño, ni tampoco demasiado calor. El problema es que por sí mismas las
ovejas no pueden encontrar esta clase de lugar; necesitan la ayuda del pastor. Algo similar sucede con
nosotros.
La vida tiene muchas formas de dejarnos
con el alma exhausta. Exhausta por un matrimonio que no funciona, por deudas
impagables, por un abandono paternal o conyugal.
Exhausta por un esposo alcohólico, por
un hijo que ha caído en drogas, por las frecuentes comparaciones que hacen los
demás. Exhausta por un acto de traición, por una custodia de los hijos, por un
rechazo, por falta de oportunidades o por falta de amor. Cualquier
circunstancia que drena nuestras fuerzas
dejándonos el alma extenuada, nos impulsa ir tras alguna verde pradera en busca
de descanso. Y lo hacemos. Intentamos de
una y otra forma hallar un poco de descanso consumiendo desde entretenimiento,
diversión, sexo, drogas, medicamentos;
pero cuando esto se acaba volvemos a estar exhaustos. Praderas superficiales
solo brindan descanso ligero.
Necesitamos algo más que calmantes y estupefacientes
para aliviar la fatiga del alma. Necesitamos el descanso del divino pastor. Su
voz se escucha entra las colinas de la vida, diciéndonos: «…Yo soy el Buen Pastor…” “Venid a mí todos los que estáis trabajados
y cargados, y yo os haré descansar». (Juan
10.11a; Mateo 11.28).
Su presencia ofrece la clase de descanso
que las posesiones, los estupefacientes, los narcóticos y las diversiones nocturnas no nos pueden otorgar.
La verdadera paz la experimentamos cuando
aprendamos a vivir con gozo bajo la provisión y el cuidado del Divino Pastor.
[1] Universidad de Oviedo, Psicología ambiental, etología, (Oviedo:
Servicio de Publicaciones, 1989), 154.
Exelente pastor Dios le bendiga
ResponderEliminarMuchas gracias. Esperamos que este blog sea edificante para muchos lectores. Me da su nombre. Gracias.
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