«El agricultor que espera el clima perfecto nunca
siembra, si contempla cada nube, nunca cosecha». Eclesiastés 11.4 (NTV)
Esperar que las circunstancias sean
ideales para tomar una decisión a favor del desarrollo de nuestra vida, puede
ser un desatino de nuestra parte. Quien anhele seguir adelante en cualquier
proyecto digno, ha de tomar la firme decisión de avanzar aun cuando el escenario
se vea muy intimidante. El sabio Salomón escribió una acertada observación: «el agricultor que espera el clima perfecto
nunca siembra, si contempla cada nube, nunca cosecha». Eclesiastés 11.4 El autor de Eclesiastés está indicando que si
alguien pasa demasiado tiempo buscando el momento ideal para realizar su trabajo
o que si se extiende mucho en este proceso perderá la oportunidad de sembrar y también
de cosechar. Para un pueblo como Israel que vivía del cultivo de la tierra,
esto constituía un verdadero desastre.
El punto de aplicación del texto bíblico
nos sugiere que la mayor y peligrosa amenaza que puede interponerse entre nuestra
situación actual y la situación futura, es
la postergación de nuestro accionar a razón de las circunstancias no apropiadas.
Aunque siempre es sensato tomar un tiempo para pensar y actuar; sin embargo, esperar
hasta que las condiciones sean perfectas para tomar decisiones puede resultar
fatal. Martin Luther King dijo: «Si no puedes volar, corre, si no puedes
correr, camina, si no puedes caminar, gatea. Sin importar lo que hagas, sigue
avanzado hacia adelante». Una breve parábola africana explica este principio de
la siguiente manera: Cada mañana en el África, una gacela se despierta, sabe
que tiene que correr más rápido que el león, o perderá la vida. Cada mañana en
el mismo África, un león se despierta, sabe que deber ser más veloz que la
gacela, o morirá de hambre.
Cualquiera que fuera la circunstancia que
nos encontremos, que cada nuevo amanecer que Dios nos regala nos sorprenda
luchando o movilizándonos valientemente en este mundo imprevisible de
condiciones complejas. Por fe, demos un paso
y luego otro hacia adelante y no esperemos que la suerte golpee nuestra puerta,
para ver si comenzamos a hacer algo por los proyectos o sueños que Dios ha puesto
en nuestro interior. Consideremos que «…en el reino, son pocas las veces en que
todo lo necesario está dado para que podamos avanzar en algo nuevo. De hecho,
de esto se trata la aventura de andar por fe».[1]
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