viernes, 28 de septiembre de 2018

COMO SER UN CREYENTE FRUCTÍFERO: ECHE RAÍCES




La palabra fruto se usa sesenta y seis veces en el Nuevo Testamento. La Biblia menciona tres diferentes clases de frutos: El fruto natural: higo, uvas y pasas. Esta es la clase de fruto que usted come.  El fruto biológico: bebés. El fruto espiritual.
¿Qué queremos decir cuando hablamos sobre el fruto espiritual? Sencillamente es reflejar el carácter de Cristo en nuestras vidas. Y ¿cómo sabemos que estamos reflejando el carácter de Cristo en nuestras vidas? Cuando expresamos en nuestro diario vivir el fruto del Espíritu. Y ¿cuál es el fruto del Espíritu? Gálatas 5.22 -23 responde esta pregunta:   “Más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza…” Ser un creyente fructífero es manifestar el carácter de Cristo por medio de las cualidades mencionadas como el fruto del Espíritu.
Jesús fue claramente enfático con sus discípulos cuando les habló sobre la importantica de ser fructíferos. En Juan 15:8 Jesús dijo: «En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.» La prueba de que usted es un discípulo es que produce fruto.  Más adelante Jesús dijo: «No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca…» (Juan 15:16).
El deseo de Dios es que como discípulos de Cristo, llevemos fruto. Él quiere que seamos creyentes fructíferos. ¿Cómo logramos ser creyentes fructíferos? 

En primer lugar debe ECHAR RAÍCES

Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto. Jeremías 17:7-8

Para llegar a ser un creyente fructífero en primer lugar usted necesita echar raíces. De la manera que un árbol da fruto a razón de estar plantado, un cristiano  es productivo cuando echa raíces. Pero observe que el texto bíblico señala que  un árbol cuyas raíces están bien plantadas,  además de ser fructífero, mantiene sus fuerzas y el color verde de sus hojas aún en tiempos de calor y sequía. El calor y la sequía representan épocas de crisis, tiempos difíciles…temporada de dificultades.
Los creyentes que no echan raíces, además de ser  espiritualmente estériles e infructuosos, son frágiles en su fe y acaban marchitados y sucumbiendo en  épocas de duras dificultades y tensión.  Sin embargo, el creyente que ha echado  raíces, aún en medio de las crisis; mantiene su vitalidad y sigue dando fruto. Los creyentes  que echan  raíces, no solo sobreviven en temporadas de crisis, sino que además progresan.
Se dice que la planta de banano es casi indestructible. La puede cortar en pequeños pedazos, y volverá a crecer. La puede quemar y volverá a crecer. Solo hay una forma de acabar con la planta, y es desarraigándola. En la raíz está la clave de sustento para esta planta.

¿Cómo echar raíces?  
En primer lugar ponga su confianza en el Señor.
Las primeras palabras de Jeremías 17.7 dicen: “Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como árbol plantado…”. Echamos raíces cuando depositamos nuestra confianza en Dios. No coloque su confianza en algo terrenal, pues lo terrenal es efímero y temporal. Su trabajo es temporal, su dinero también lo es. Su jefe puede ser un tipo poderoso y le puede apoyar, pero de un momento a otro puede cambiar. Ponga su confianza en alguien que no le puede fallar. Que no es temporal. Que no cambia. Que es poderoso todo el tiempo. Ponga su confianza en Dios. La vida con sus dificultades y sus angustias le podrán arrebatar muchas cosas, pero no podrán arrebatarle su fe. No pueden quitarle a su Dios. Eche raíces poniendo su confianza en Dios.
En segundo lugar valore la palabra de Dios en su vida.
El Salmo 1.1-3 dice:
Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará.
Un creyente no puede echar raíces y ser fructífero sino valora la palabra de Dios en su vida. Y con valorar me refiero a dedicar un tiempo para leerla, estudiarla, meditar en ella y aplicarla en su vida. Una vida espiritual descuidada y enclenque es resultado de una Biblia descuidada.
En tercer lugar congregue
El justo florecerá como la palmera; Crecerá como cedro en el Líbano. Plantados en la casa de Jehová, En los atrios de nuestro Dios florecerán. Aun en la vejez fructificarán; Estarán vigorosos y verdes. Salmo 92.12-14
Usted echa raíces cuando congrega en una iglesia. No puede echar raíces y dar futo como creyente si usted se queda en su casa y no congrega y menos si anda de una a otra iglesia. Para echar raíces usted necesita plantarse en una iglesia. Así crecerá, florecerá y permanecerá vigoroso en su fe. No hay nada más digno de resaltar en un creyente como su permanencia e identidad con su iglesia. Cuando encontramos creyentes que dicen: “Conocí al Señor en esta iglesia hace más de treinta años, aquí crecí, me desarrollé como creyente. La iglesia ha pasado por momentos muy dificultosos, algunos se fueron para no volver; pero yo sigo aquí plantado en esta iglesia, porque aquí me puso el Señor. Aquí me enseñaron a desarrollar mi fe y a desarrollar el carácter de Cristo. Aquí me alentaron, oraron por mí y mi familia. Aquí aprendí a someterme a la autoridad de mi pastor y a rendir cuentas de mi vida. Aquí permaneceré, hasta cuando Cristo venga o hasta cuando experimente la muerte”.
Si usted va a echar raíces y llevar fruto, ponga su confianza en el Señor, lea y medite en la Palabra de Dios y congregue en su iglesia.


jueves, 27 de septiembre de 2018

VIVIENDO LA VIDA AL MÁXIMO: PON ATENCIÓN A TUS DEBILIDADES


«Ten cuidado de ti mismo…» 1 Timoteo 4.16

Se dice que cuando Aquiles nació, su madre intentó hacerlo inmortal sumergiéndolo en las mágicas aguas del río Estigia. La mujer tomó al niño y lo sumergió sosteniéndolo  por el talón derecho, por lo que ese preciso punto de su cuerpo quedó vulnerable; siendo la única zona en la que Aquiles podía ser herido en batalla. Durante el asedio de Troya, batalla final de la guerra librada entre griegos y troyanos, Paris mató a Aquiles clavándole una flecha envenenada en el talón. De allí que la expresión «talón de Aquiles» se utiliza con frecuencia para explicar el punto vulnerable que toda persona posee.
Ningún ser humano que arroje su sombra sobre este mundo está exento de una o más debilidades. Todos tenemos un talón de Aquiles, puntos vulnerables de nuestra persona,  los cuales pueden arruinar nuestra existencia si  no les prestamos la debida atención.  
Hemos dicho anteriormente que para vivir una vida al máximo debemos cuidar nuestra mente de pensamientos negativos y debemos cuidar nuestra actitud. La tercera recomendación, implica poner atención a nuestras debilidades y tomar las defensas convenientes para evitar futuros lamentos o desagracias. Uno de los personajes bíblicos que desatendió sus puntos vulnerables y llenó de oscuridad su vida, fue Sansón.
Sansón «era un hombre fuerte con una gran debilidad»[1] Tenía las circunstancias favorables para hacer de su vida una obra magistral. Nació en un hogar devoto. Dios lo dotó  de una fuerza extraordinaria y había sido designado divinamente para salvar a su pueblo de sus enemigos. Además de ello, el Espíritu de Dios estaba sobre este hombre. Tenía todas las de ganar. Las circunstancias le asistían para vivir una vida al máximo. Sin embargo, cuando  leemos el relato bíblico de su vida, observamos  que su historia es un espiral descendente, va de mal en peor. Su primera mención en el panorama bíblico siendo ya un hombre, nos revela un punto vulnerable en su carácter. Era dueño de una insidiosa lujuria, la misma que descuidó y le causó el fatal ocaso de su vida.  Los impulsos apasionados de su lujuria llevaron al fornido hombre israelita a fijarse solo en la apariencia física de cada mujer que conocía. Nunca consideró el carácter de las mujeres que tomó. Al parecer solo quería alimentar sus libidinosos apetitos sexuales, sin considerar la clase de mujer que estas eran.
Cuando Sansón conoció a Dalila, «…finalmente encontró la horna de su zapato. El engañador fue engañado; el seductor, seducido…Ella se aprovechó de él, y lo sedujo para que le dijera todo lo que tenía en su corazón (Jueces 16.18)…»[2] Cuando Sansón reveló su secreto, sus enemigos cayeron encima de él y le sacaron los OJOS; aquellas puertas externas de su punto vulnerable, de su talón de Aquiles. La  lujuria llevó a Sansón a coquetear reiteradamente con el desastre, hasta quedar atrapado y devastado
Como le dije anteriormente: Ningún ser humano que arroje su sombra sobre este mundo está exento de una o más debilidades. Todos luchamos con uno o dos pecados del corazón los cuales son distintivos de nuestra naturaleza caída¸ y aunque teóricamente somos vulnerables a todos los pecados; generalmente, existe uno o dos pecados del corazón que constantemente nos asedian y nos vuelven vulnerables. Para Sansón  fue la lujuria ¿Cuáles son los suyos?  ¿Los ha identificado? ¿Qué hace con sus puntos vulnerables? Permítame darle dos recomendaciones útiles y prácticas con respecto a ello:
1.      Identifíquelos y protéjalos supervisándolos y colocando sobre ellos límites.
2.      Ore pidiéndole a Dios que proteja aquellos puntos vulnerables de su carácter.  
Quizás en este instante usted reconoce que sus debilidades le están arrastrando hacia el ocaso. Por qué no hace una oración ahora. Ore conmigo: «Oh Dios, reconozco que soy tan débil y que estoy cerca del precipicio. Dame la fortaleza que necesito ahora mismo para hacer un alto a esta caótica situación. Ayúdame a tomar altura quiero vivir una vida al máximo...Vivir una vida que glorifique tu nombre. Amén».



[1] Charles Swindoll, Como vivir sobre el nivel de la mediocridad (Miami, Florida: Editorial Vida), 289.
[2] John maxwell, Los 21 minutos más poderoso en el día de un líder (Nashville, TN: editorial Caribe, 2001), 104.

miércoles, 26 de septiembre de 2018

VIVIENDO TU VIDA AL MÁXIMO: CUIDA TU ACTITUD


he aprendido a contentarme, cualquier que sea mi situación.
Se vivir humildemente, y se tener en abundancia;
En todo y por todo estoy enseñado,
Así para estar saciado como para tener hambre,
Así para tener abundancia como para pasar necesidad.
 Filipenses 4.11-12 (RV60)

El autor de las palabras que encabezan el devocional de hoy fue el apóstol Pablo. Las circunstancias para el insigne escritor del Nuevo Testamento no siempre fueron cómodas. A veces estaba en la cúspide, otras veces en la sombra de la vida. En ocasiones aplaudido y con muchas aclamaciones, en otras apedreado. Rodeado de amistades en ciertos momentos, olvidado en una maloliente celda en otros.  Sin embargo, aprendió a estar contento con todo tipo de situación. Para el apóstol Pablo la palabra contento significaba «estar satisfecho con la situación sin  desear cambio o mejora». Cuando el apóstol dice he aprendido, está haciendo énfasis que el contentamiento no es un estado automático. No es una emoción que fluye natural y espontáneamente de nuestro interior y de las circunstancias en las que nos encontramos. Por lo tanto; para poder estar siempre gozosos, tenemos que aprender a estar contentos. Aunque Pablo no pudo elegir que todos sus días fueran maravilloso, si supo elegir una actitud correcta para sus días y su vida.
Si deseamos vivir a plenitud la vida que Dios nos da, tenemos que aprender a manejar nuestra actitud. Especialmente saber elegir una buena actitud cuando las circunstancias nos son adversas.
  Leí una divertida anécdota del fallecido expresidente norteamericano, Abraham  Lincoln, que muestra la relación entre nuestras decisiones y su efecto sobre quienes somos.
Un consejero de Lincoln le recomendó a una persona para un cargo en su gabinete, pero Lincoln rechazó la sugerencia.
—No me gusta la cara de ese hombre—dijo.
—Pero, señor—dijo el consejero—él no puede ser responsable por su cara.
—Todo hombre de más de cuarenta años es responsable por su cara—fue la respuesta de Lincoln.
Lo que usted es y cómo piensa se puede reflejar  en su rostro. Cuando se mira al espejo y ve una expresión amarga, está viendo la expresión externa de su actitud; por lo tanto: si usted tiene más de 12 años usted es  responsable de su cara y no su papá (jajaja). Elija una buena actitud. Si está pasando por un mal momento, tenga presente que «malo» es el momento, no usted y tampoco Dios.

   Lea las siguientes líneas y medite en cada pensamiento, luego pídale a Dios en oración que le ayuda a elegir una buena actitud para el día.  
   
No podemos escoger cuántos años vivir, pero podemos escoger cuánta vida tendrán esos años.
No podemos controlar la belleza de nuestra cara, pero podemos controlar la expresión de ella.
No podemos controlar los momentos difíciles de la vida, pero podemos decidir hacerla menos difícil.
No podemos controlar la atmósfera negativa del mundo, pero podemos controlar la atmósfera de nuestras mentes.

Muy  a menudo tratamos de escoger y controlar las cosas que no podemos.
Muy rara vez decidimos controlar lo que podemos…nuestra actitud.


martes, 25 de septiembre de 2018

VIVIENDO AL MÁXIMO: CUIDA TU MENTE DE PENSAMIENTOS NEGATIVOS

Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón;
Porque de él mana la vida. Proverbios 4. 23.

 
Los investigadores indican que la persona promedio….sostiene un dialogo interno consigo mismo unas 50´000 veces por día. Gran parte de ese dialogo interno se relaciona con usted, y, según los investigadores en psicología, es negativo en un 80 por ciento. En ese dialogo usted escucha voces que le dicen cosas como: «torpe, bruto, bueno para nada, perdedor. Nunca podré hacerlo, siempre haré el ridículo. Soy gordo y no le importo a nadie. Tengo acné y eso es terrible. No me quieren…» Ese diálogo interno causa un efecto poderoso en cada uno de nosotros.   Determina nuestra actitud, nuestra fisiología y nuestra motivación a la hora de desempeñarnos en la vida diaria.
Mucho tiempo antes de que la psicología descubriera el impacto de los pensamientos en la vida ser humano, el sabio Salomón escribió: «Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él»   Proverbios 23.7 Salomón dedujo que la esencia de la vida  está condicionada por la clase de emociones, deseos y pensamientos que están en nuestra mente. Por tal razón recomendó estar alerta a la clase de pensamientos que ponemos en ella, debido a ello advirtió: «Ante todo, cuida tus pensamientos porque ellos controlan tu vida» Proverbios 4.23 (PDT).
Jack Canfield, en su libro Los principios del éxito, relata una historia dramática que  ilustra el impacto que puede llegar a tener los pensamientos negativos.
Nick Sitzman era un hombre joven, saludable y ambicioso que trabajaba en los ferrocarriles; era conocido como un trabajador diligente y tenía una esposa amorosa, dos hijos y muchos amigos; un día a mitad del verano, se le informó al personal del ferrocarril que podrán salir del trabajo; una hora antes como homenaje al capataz que estaba cumpliendo años; mientras verificaba por última vez uno de los vagones del ferrocarril, Nick se quedó accidentalmente encerrado en el vagón refrigerador; cuando se dio cuenta de que sus compañeros de trabajo se habían ido, Nick entró en pánico.
Golpeo y gritó hasta que le sangraron los puños y quedó ronco, pero nadie lo escucho; con su conocimiento de «cifras y estadísticas» predijo que la temperatura sería de cero grados; Nick pensó: Si no puedo salir, moriré congelado aquí dentro; deseando que su esposa y su familia se enteraran exactamente de lo que le había ocurrido, Nick encontró un cuchillo y comenzó a tallar palabras en el piso de madera; escribió: «Hace tanto frío, que mi cuerpo se está entumeciendo; si solo pudiera quedarme dormido; estas pueden ser mis últimas palabras».  
A la mañana siguiente, la cuadrilla abrió las pesadas puertas del vagón refrigerador y encontró a Nick allí, muerto. Una autopsia reveló que cada indicación de su cuerpo había muerto al congelarse; no obstante, la unidad de refrigeración del vagón estaba fuera de servicio y la temperatura era de 55° F.[1]
Nick murió a causa de sus pensamientos. El solo hecho de pensar que moriría en aquel lugar fue lo que finalmente condicionó su muerte.
Quizás no nos ocurra exactamente lo que le ocurrió a Nick; sin embargo, si vamos en la vida dominados por el pánico y la incertidumbre de nuestros pensamientos negativos, nos privaremos la oportunidad de vivir con elevación la vida que Dios nos ha dado.
Como Cuidar Nuestra Mente de pensamientos negativos
1. Medite en la Palabra de Dios. Nuestra mente necesita buen alimento para prosperar. La prosperidad de nuestra mente condicionará la prosperidad de nuestra vida. El salmista dijo: «Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará». Salmos 1.2-3.
No se puede alimentar la mente de basura inmoral y de pensamientos negativos y esperar que la vida sea buena, limpia, pura poderosa y motivada. La mente es un órgano hambriento y tomara cualquier cosa que le demos. Necesitamos darle el alimento que Dios quiere para que prospere. Necesitamos alimentarla con la Palabra de Dios.  
2. Someta todo pensamiento negativo a Cristo.Puesto que Satanás hace de nuestra mente su campo de batalla, nuestra mejor defensa es rendirle a Jesucristo nuestros pensamientos y pedirle que nos guarde y nos proteja. Podemos defendernos contra las artimañas del enemigo “llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:5). ¡No es ese un versículo grandioso! Cuando entregamos a Jesús todo pensamiento nocivo, Él se hace cargo, y Satanás retrocede.



[1] Jack Canfield, Los principios del éxito (New York: HarperCollins Publishers, 2008), 245.     

lunes, 24 de septiembre de 2018

APROVECHANDO BIEN EL TIEMPO



«Por tanto, tened cuidado cómo andáis;
No como insensatos, sino como sabios,
Aprovechando bien el tiempo,
 Porque los días son malos». Efesios 5.15, 16 (RV60).

A lo largo de una vida de 72 años, especialistas afirman que gastamos 21 años durmiendo, 14 años trabajando, 7 años en el baño (alguno ya agotaron su tiempo), 6 años comiendo, 6 años viajando, 5 esperando en filas, 4 aprendiendo, 3 en reuniones, 2 devolviendo llamadas telefónicas, 1 año buscando cosas perdidas, 22 meses en la iglesia, 8 meses abriendo correspondencia inútil, 6 meses esperando en semáforos.
¡Amigos, la vida se nos va!
El tiempo es un activo importante que las personas hemos recibido de parte de Dios y debemos saber administrarlo de una manera sabia. El reloj de nuestra vida se dirige en sentido regresivo (el calendario simplemente nos indica el año en que estamos, pero no define en qué tiempo estamos en relación a nuestra existencia), de tal modo que cada minuto que pasa es un minuto menos en nuestra vida. Por lo tanto, más que empeñarnos  en saber cuánto tiempo nos queda, debemos saber qué hacer con el tiempo que Dios nos concede.
La Biblia nos advierte a utilizar el tiempo de una manera sabia: «Por tanto, tened cuidado cómo andáis; no como insensatos, sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos». Efesios 5.15, 16 (RV60). «Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría». Salmos 90.12 Tener conciencia de que la vida es corta nos ayuda a vivirla de una manera sabia.
  Finalmente como dijera John Maxwell:
Todo recibimos el mismo número de hora y minutos por día. Nadie, no importa lo listo que sea puede ahorrar los minutos de un día para usarlos en otro. Ningún científico, no importa lo inteligente que sea, es capaz de crear minutos  nuevos. Aun con toda su fortuna, alguien como Bill Gates no puede comprar horas adicionales para su día. Y aunque la gente hable de  buscar tiempo, eso es inútil. No hay tiempo adicional por allí esperando a ser hallado. Veinticuatro horas al día es lo máximo o que recibiremos.[1]
¿Cómo está usted usando su tiempo? ¿Lo usa para acercarse más a su destino? ¿Lo usa para construir sabias amistades? ¿Lo usa para pasarlo junto a la gente que más lo ama? ¿Lo usa para los propósitos de Dios?
Recuerde que la vida se nos va y no debemos desaprovechar cada minuto de nuestro tiempo. Cada minuto que pasa es un minuto menos en nuestras vidas y no debemos desaprovecharlo.
Veremos el poder de Dios si nos atrevemos a vivir al máximo y para  ello debemos usar sabiamente el tiempo que Él nos da. 



                      



[1] John Maxwell, El manual del liderazgo (Nashville, Tennessee, EEUU: Grupo Nelson, 2007), 114.

viernes, 21 de septiembre de 2018

MÁS CERCA DE LO QUE TE IMAGINAS


Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar.
Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo:
¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! Mateo 14.25-27 (RV60)

¿Dónde está Dios cuando nuestro mundo está sucumbiendo? ¿Dónde está Él, cuándo las tormentas de la vida golpean la embarcación de nuestra existencia y parece que nos hundimos? ¿Dónde está Dios cuando un grupo de discípulos veían cielos negros, nubes transformadas en torbellinos y olas enfurecidas hundiendo la popa?
Todos, en situaciones de penumbra, en medio de rugientes olas de dudas y temores  deseamos una luz de esperanza. Y los discípulos del Señor, no son la excepción. Ellos también desean esperanza. Ellos también claman a Dios pidiendo socorro.
La luz llegó para los discípulos, pero no de la manera que tal vez esperaban. Ningún ángel descendió del cielo para ayudarles. Ninguna voz del cielo emitió una orden para que la enfurecida marejada se tranquilizara. El destello de esperanza llegó de la manera más inesperada: ¡Un fantasma!
Jamás se imaginaron que la respuesta a sus oraciones llegaría de esa forma. ¿Y cómo reaccionaron?...Tuvieron miedo ¿No nos ha pasado a nosotros lo mismo? ¿No hemos clamado a Dios solicitando socorro, para luego ligeramente deducir que Dios no nos escucha? ¿Porque sucede esto con nuestras oraciones desesperadas? ¿Sabes por qué? Porque deseamos que Dios aparezca y actué a nuestra manera. Cuando Jesús se presentó en una forma que sus discípulos no esperaban, dejaron de ver la respuesta a sus oraciones. Esa la típica reacción nuestra. Clamamos a Dios y esperamos que Él actué a nuestra manera. Que se movilice al paso de cada una de nuestras palabras. Como no lo vemos actuar de la manera que deseamos, tampoco vemos la respuesta a nuestras abatidas peticiones.
Pero recuerde: Él es Soberano, Invisible, Creativo…aparecerá cuando Él lo decida y en la forma como Él quiera. Y recuerde también que no siempre responderá de una manera religiosa (a veces te hablará por medio de una tierna mirada). No siempre responderá de una manera ruidosa (a veces hablará por medio de un susurro) No siempre sanará el cáncer de tu familiar, pero te proporcionará fortaleza y te envolverá de personas amables que nunca imaginaste conocer. No siempre responderá a nuestros antojados caprichos, pero siempre satisfará nuestras necesidades. Considere que no siempre en las tormentas de la vida,  Él nos hará escuchar lo que nuestros oídos desean escuchar, y nuestros ojos desean ver; Pero siempre nos dejará este mensaje: «En épocas tomentosas mira a tu alrededor, estoy más cerca de lo que te imaginas».

jueves, 20 de septiembre de 2018

TRES VERDADES ACERCA DE LA CONFESIÓN


Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada y ha sido cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien el Señor No atribuye iniquidad, Y en cuyo espíritu no hay engaño……Salmos 32.1, 2

Durante los anteriores devocionales hemos estado hablando sobre cómo ponernos a cuenta con Dios. Hoy quiero resumir los asuntos enseñados, en tres principios.

1. Nos engañamos a nosotros mismos si aparentamos no haber cometido pecado.  «Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros». 1 Juan 1.8-9.  Se nos hace más factible reconocer que los pecadores no arrepentidos necesitan confesar sus pecados para acceder al perdón divino; sin embargo, es más dificultoso que el creyente admita que necesita también confesar sus pecados. La confesión de nuestros pecados debe ser habitual en la vida del creyente. «…la confesión continua del pecado es una indicación de salvación genuina. . . y caracteriza a los cristianos genuinos. . .»[1] Sin importar cuan larga o corta sea nuestra caminata con el Señor, fortuita o deliberadamente terminamos resbalándonos en nuestros pecados y necesitados del perdón divino una y otra vez.  No hay día que no tengamos la necesidad de treparnos en la cruz lamentando nuestra miseria espiritual.
Charles Swindoll, hace una representación de nuestra relación con Dios y nuestro prójimo por medio de la figura de la cruz. La cruz tiene dos vigas, la más grande representa nuestra relación con Dios, es la viga vertical. La viga horizontal, representa nuestras relaciones con las personas. Al referirse a la viga vertical dice
…A lo largo de nuestra vida trepamos esa viga cargando el peso de nuestro pecado. No somos perfectos, y todavía estamos creciendo en madurez, lo cual significa que todavía pecamos. Así que trepamos esa viga y decimos: «Señor, yo mismo me he metido en este lío, y te lo confieso. Me equivoqué y lo lamento, volví a fallar y traigo esto ante ti».
El Señor nunca responde: «¡Qué vergüenza! ¡Bájate y de mi vista. Haz penitencia durante las próximas tres semanas». …Él dice: «A medida que vayas bajando lentamente, vete limpio, tranquilo y perdonado». Así que bajamos, contentos de haber sido perdonados…solo para volver a pecar otra vez. Entonces estamos otra vez subiendo esa viga. Por consiguiente, la vida cristiana puede sentirse como un yoyó. Sube y baja, sube y baja. A medida que envejecemos y aprendemos nuestras lecciones, subimos esa viga con mucho menos frecuencia, pero nunca [nunca, nunca, nunca…] llegamos al punto de nunca necesitar buscar el perdón de Dios. …[Para fortuna nuestra], su perdón nunca se agota.[2]
2. Dios ofrece continuamente perdón y limpieza de pecados a expensas de nuestra confesión. Recuerde: «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad». 1 Juan 1.9.
3. La indulgencia divina provee una conciencia pacífica. Nuestra conciencia puede que sea invisible pero ciertamente no está inactiva. ¿A quién no lo mantienen despierto los ruegos, los reclamos, las acusaciones de la conciencia?  Una conciencia acusadora nos puede quitar el apetito, robarnos el sueño y mantenernos distraídos. También nos puede hacer sentir culpables. Nada más aliviador que reclinar nuestras cabezas sobre la almohada de una conciencia limpia, desempolvada de telarañas de pecados y culpas del pasado. 
Una conciencia pacífica viene como resultado de haber explorado nuestros corazones y haber confesado nuestros pecados y obtenido la indulgencia divina. 
Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada y ha sido cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien el Señor No atribuye iniquidad, Y en cuyo espíritu no hay engaño……Salmos 32.1, 2




[1] John MacArthur, Biblia de estudio MacArthur (Nashville, Tennessee: Grupo Nelson, 2012), 1819.
[2] Charles Swindoll, Abraham, la increíble jornada de fe de un nómada (Carol Stream, Illinois: Tyndale House Publisher, Inc., 2015), 202. 

miércoles, 19 de septiembre de 2018

COMO PONERTE A CUENTA CON DIOS: Confiese sus pecados a Dios



No sé qué ideas  tiene sobre la confesión. Pero le diré lo que no es: No es decirle a Dios lo que él no sabe, pues él lo sabe todo. No es quejarse. No es lamentarse. No es culpar. Es  mucho más que ello.
 El término confesar, significa decir lo mismo que Dios dice acerca del pecado y reconocer el punto de vista divino en relación con el pecado.[1]  Es depender absolutamente de la gracia de Dios. Es reconocer que lo hicimos estuvo mal, pero que la gracia y la bondad de Dios es más grande que nuestro pecado.  
Implica una actitud de humildad donde reconocemos que debido a la miseria espiritual de nuestros corazones solo dependemos de la bondad divina para nuestra sobrevivencia. Cuando este tipo de actitud la experimentamos entonces estamos en la capacidad de expresarnos como lo hizo  el hijo pródigo cuando dijo:
«Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de de ser llamado tu hijo» Lucas 15. 18-19.
O al igual que el publicano que dijo:
«Dios, sé propicio a mí, pecador». Lucas 18.13
O como finalmente lo hizo el monarca David. Luego de un año de encubrimiento y negación David confesó su pecado. Hizo ondear la bandera blanca y dejó de discutir con el cielo y se sinceró con Dios. Sus palabras han quedado enmarcadas en el salmos 51 donde dijo:

Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
Lávame más y más de mí maldad, y límpiame de mi pecado.
Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí.
Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que seas reconocido justo en tu palabra y tenido por puro en tu juicio. Salmos 51.1-4.

Ocultar nuestras faltas solo nos hace vivir en medio de una farsa. Por tal razón el apóstol Juan dijo: «Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros» 1 Juan 1.8.  Sin embargo, la admisión de nuestros pecados produce perdón y limpieza: «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad» 1 Juan 1.9. Si una persona nunca admite que en realidad es un pecador, la salvación tampoco puede ser una realidad en su vida. «La confesión continua del pecado es una indicación de salvación genuina. . . y caracteriza a los cristianos genuinos. . .»[2]
¿Tiene algún pecado que confesar? Porque no usa en este instante  tres minutos de su tiempo para hacer una confesión. Dios escuchará su confesión y luego lo perdonará. Recuerde que el perdón y limpieza de pecados que Dios nos ofrece solo se da a expensas de nuestra confesión.





[1] Charles Swindoll, David: un hombre de pasión y destino (El Paso Texas, EE.UU.: Editorial Mundo Hispano, 2010), 219.
[2] John MacArthur, Biblia de estudio MacArthur (Nashville, Tennessee: Grupo Nelson, 2012), 1819.

martes, 18 de septiembre de 2018

COMO PONERTE A CUENTA CON DIOS: PERMITA QUE DIOS EXAMINE SU CORAZÓN



Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.
Salmos 139.23, 24.
Un hombre sufría de intensos dolores de cabeza y había intentado todo tipo de tratamiento con el fin de encontrar alivio. Finalmente una radiografía reveló la causa de sus intensos dolores. El tipo tenía incrustado en su cráneo la hoja oxidada de un cuchillo. Durante un ataque para robarle, el hombre había sufrido laceraciones en el costado derecho de la mandíbula y no sabía que la hoja del cuchillo se le había roto dentro de la cabeza. La razón de sus dolores intensos se debía al objeto extraño incrustado en su cuerpo.
 Objetos extraños en el cuerpo no nos permiten vivir tranquilos. Objetos extraños en el alma, tampoco. ¿Qué objetos extraños se han incrustado (no en su cuerpo) sino en su alma y le causan dolor? ¿Qué revelarían una radiografía del interior de su alma? ¿Culpabilidad por un acto cometido? ¿Vergüenza por un pasado oscuro y escandaloso? ¿Remordimiento? ¿Un hábito pecaminoso al que no pude renunciar?  ¿Qué tipo de sentimiento supura bajo la superficie de su alma produciendo enojo, irritabilidad, malhumor, resentimiento, odio o pena?  ¿Qué revelarían una radiografía espiritual de su alma?
Cuando se trata de ponernos a cuenta con Dios, ocultar nuestras faltas no es el paso apropiado. Ocultar nuestro pecado o cualquier objeto extraño que afecta el alma, es similar  a tener clavada una daga en el cuerpo.  Lo que debemos hacer es solicitar una resonancia espiritual. David solicitó una cuando  dijo:
Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno. Salmos 139.23, 24.
La palabra examíname indica la idea de explorar y escarbar. David está pidiéndole a Dios que analice profundamente su interior y que le muestre si hay algo que le está causando dolor. No le está pidiendo a Dios que descubra un pecado oculto que Dios no sepa (pues él lo sabe todo), sino para que David mismo sepa que Dios lo ha descubierto. Cuando usted permite que Dios examine su corazón, está haciendo lo que hace cuando un dolor constantemente le molesta: usted va al médico para saber la razón de sus dolores. En este caso usted se somete al bisturí del Médico Divino para una operación exploratoria. A medida que Dios traiga a su mente su conducta pecaminosa, comience a pedirle perdón a Dios permitiendo que aplique su perdón y su gracia.